BOLETIN MIGUEL ENRIQUEZ.2021
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DEDICADOS POR TATO AYRESS DESDE CUBA A MIGUEL ENRIQUEZ ESPINOSA.SECRETARIO GENERAL DEL MIR DE CHILE.CAIDO EN COMBATE EL 5 DE OCTUBRE DE 1974.
La información fue confirmada por el Fiscal Alejandro Ríos.
La primera entrevista de Miguel Enríquez: Coherencia entre la palabra y la acción
La primera entrevista de Miguel Enríquez como secretario general del MIR se publicó en Punto Final Nº 53, del 23 de abril de 1968. Es un documento histórico sobre una línea de pensamiento revolucionario, coherente y audaz, que el joven dirigente cumpliría hasta las últimas consecuencias. Cuando se aproxima el 40º aniversario de su caída en combate, consideramos de gran interés reproducir esa entrevista.
Se publicó bajo el título “Jefe del MIR saca la cara” con una foto en
portada del hasta entonces desconocido dirigente. Cabe agregar que en
esa época el gobierno democratacristiano del presidente Eduardo Frei
Montalva impulsaba una política represiva que apuntaba al MIR, con el
pretexto de combatir “actos terroristas”.
La entrevista permitió a Miguel Enríquez trazar una clara frontera entre
“terrorismo” y revolución. Sus conceptos permanecen vigentes y
enriquecen el pensamiento revolucionario.
La represión policial de los presuntos actos de “terrorismo” apunta
en especial contra el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Esta
organización, relativamente nueva, ha cobrado importancia a través de
focos de rebeldía juvenil, y pasó a un primer lugar en la Universidad de
Concepción, donde junto al Partido Socialista logró desalojar a la
Democracia Cristiana de la Federación de Estudiantes. A partir de ese
instante, el MIR ha estado en forma permanente bajo el fuego
propagandístico de la reacción y ahora sus militantes son acosados por
la policía. Se ha intentado pintarla como una organización “terrorista” y
aparece evidente el propósito gubernamental de aplastar lo que estima
un movimiento revolucionario en ciernes.
PF buscó al máximo dirigente del MIR, a su secretario general, a fin de
presentar el pensamiento auténtico de esta organización que figura a
diario, deformada, en las columnas de la prensa derechista. Hasta ahora,
Miguel Enríquez Espinosa, secretario general del MIR, 24 años, recién
casado, próximo a recibirse de médico, había eludido toda publicidad
personal. Fue elegido en un congreso celebrado en Santiago a fines del
año pasado. Era el jefe de la corriente joven de esa organización, que
logró apreciable representación en el nuevo comité central del MIR.
Estudió medicina en la Universidad de Concepción y pertenece a una
familia en la que figuran varios políticos, como Humberto e Inés
Enríquez, tíos suyos, senador y diputada del Partido Radical,
respectivamente. Su padre es médico y profesor universitario. Ha hecho
algunos viajes, por ejemplo a China Popular, Perú, Cuba y Argentina. Fue
dirigente de la Juventud Socialista en Concepción y se marginó en 1963:
planteaba la radicalización de la campaña electoral del FRAP.
El siguiente es el diálogo de PF con el secretario general del MIR, Miguel Enríquez:
-¿Qué participación tiene el MIR en los “atentados terroristas”?
“Ninguna. Sin embargo, nos gustaría dar nuestra opinión. Se ha
pretendido descalificar sin más trámite al terrorismo. Nosotros
sostenemos que es un arma susceptible de usarse en el combate social,
pero subordinada a dos factores: a) ceñida a una política
revolucionaria, o sea, el terrorismo es repudiable según sea la política
que sirva. Nadie puede sino rechazar -por ejemplo- el asesinato de más
de dos mil personas, familiares o amigos de guerrilleros, por la
organización terrorista de derecha MANO en Guatemala; y b) la etapa de
la lucha en que se emplea el terrorismo: nadie se escandaliza, y por el
contrario todo el mundo aplaude, las acciones ‘terroristas’ del FLN
sudvietnamés contra la embajada de Estados Unidos en Saigón o los
casinos y hoteles de soldados yanquis. A ese nivel el ‘terrorismo’ se
presenta como un arma legítima de un pueblo que lucha por su liberación
desde hace ocho años.
Considerando estos aspectos, puedo afirmar categóricamente que el MIR no
ha participado en los hechos que hoy sirven al gobierno para atacar a
la Izquierda revolucionaria. Aunque algunos de esos actos tienen una
orientación política correcta, el método no corresponde a la etapa que
vive el movimiento revolucionario en Chile. Aunque está absolutamente
clara nuestra línea política y nuestra actitud frente a esta clase de
‘terrorismo’, el gobierno pretende complicarnos en forma mañosa”.
-¿Por qué cree Ud. que se pretende implicar al MIR, siendo como es
una organización política joven, sin prensa, parlamentarios, etc.?
“N-os parece que el motivo es claro. El MIR ha sido elegido como ‘cabeza
de turco’ para llevar adelante una campaña de terrorismo ideológico.
Esa campaña se viene expresando a través de la prisión de Carlos
Altamirano, la sistemática intimidación del movimiento obrero, etc.
Tiene como propósito golpear a los sectores más avanzados de la
Izquierda y encerrar a los trabajadores en los marcos del corral
eleccionario de 1969-70. En una declaración pública que el MIR entregó
el 8 de abril, dijimos que se intenta confundir a la opinión pública al
presentar como una misma cosa repudiable los conceptos de terrorismo,
lucha armada e ideas revolucionarias. Se quiere legitimar únicamente
todo lo que afirma al régimen y la institucionalidad, esto es, dar
patente exclusiva de validez al gastado juego político tradicional,
obstaculizando el impetuoso desarrollo de la Izquierda revolucionaria.
El MIR sostiene que la única respuesta a esta maniobra político-policial
es no retroceder ni andar dando todo tipo de explicaciones, sino, al
contrario, proclamar el derecho a la existencia y desarrollo de las
ideas revolucionarias y de sus organizaciones. A los pueblos les asiste
el derecho legítimo de levantar la lucha armada como vía para la
conquista del poder”.
¿Cuál es el origen del MIR? ¿Cuáles son las características de su militancia?
“El MIR surgió en 1965 de la fusión de varias pequeñas organizaciones de
ex militantes socialistas, comunistas, trotskistas y pekinistas. En la
actualidad, el MIR capta su militancia fundamentalmente en sectores sin
pasado político. En 1965, era un reducido grupo intelectual-estudiantil
cuyo trabajo esencial era la propaganda. Al año siguiente ya se
convirtió en un vasto, aunque todavía difuso, movimiento en escala
nacional. Sin embargo, en 1967-68 ha llegado a ser una organización
político-revolucionaria bien estructurada, sólida, coherente y orgánica.
Ha experimentado un vertiginoso desarrollo entre los estudiantes y
pobladores. Su penetración es creciente en el sector obrero y empieza a
brotar con fuerza entre los campesinos. En algún sentido ha sido una
verdadera sorpresa comprobar cómo son bien acogidos nuestros
planteamientos entre los trabajadores del campo y la ciudad”.
-¿Cómo se justifica la presencia del MIR en un país donde existen dos fuertes partidos de Izquierda, como el PC y el PS?
-“Yo diría que corresponde a una necesidad política de esta época en toda América Latina. La agudización de las relaciones agresivas del imperialismo yanqui con nuestro continente, y la impotencia de la Izquierda tradicional para responder a ese desafío, han hecho surgir toda una nueva Izquierda revolucionaria. Algunos ejemplos: el MIR, ELN y VR en Perú; el MIR y las FAR en Venezuela; Acción Popular y Política Operaria en Brasil, etc. En Chile la Izquierda tradicional tampoco ha sido capaz de dar una salida revolucionaria a las aspiraciones de las masas. Prueba de ello es que después de treinta años y en oportunidades con cerca de la mitad del electorado de su parte, los obreros y campesinos chilenos siguen más pobres y explotados que antes. Es indudable que no se perfila a partir de esos partidos políticos una salida categórica a esta situación”.
-¿Hasta qué punto es cierta la crítica que se hace al MIR en el sentido que se trata de una organización de jóvenes estudiantes y pequeño-burgueses?
-“La pregunta es adecuada, pero permítame contestarla en un plano teórico si se quiere, luego histórico, y enseguida concreto. Estamos claros que la lucha revolucionaria se libra, por una parte, entre obreros y campesinos que enfrentan a la burguesía y el imperialismo. Pero no aceptamos que sólo la clase obrera tenga un lugar en el combate social. En caso alguno. En un plano teórico, por así decir, muy pocos ‘marxistas’ deterministas siguen definiendo la clase social a partir del lugar que el individuo ocupa en la producción. Ello, es sabido, sólo define un conglomerado humano, no una clase. Más bien hoy se sostiene, como lo dijo Marx, que el lugar que ocupa el individuo en la producción es fundamental, pero lo que a partir de ella lo hace miembro de una clase social es su práctica política, o sea, el papel que juega el individuo en la lucha social. De allí que en la revolución tengan cabida por igual obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales. Esto sobre la base que ni el estudiante ni el intelectual constituyen clase social, y que sólo tendrán un papel en el proceso revolucionario en la medida que se integren al combate que libran las clases motrices de la revolución, obreros y campesinos, y tras los intereses de esas clases.
En un plano histórico: muchos revolucionarios de origen pequeño-burgués, o al menos no obrero ni campesino, han tenido destacada actuación en las revoluciones socialistas: Lenin, Trotsky y casi toda la dirección bolchevique eran intelectuales y pequeño-burgueses. En la dirección de la revolución china: Mao Tse-Tung provenía de la pequeña burguesía agraria y muchos de sus compañeros eran estudiantes, ex militares del ejército reaccionario, o aún hijos de mandarines. En la revolución cubana: Fidel Castro era hijo de un terrateniente, y casi toda la dirección era también de origen pequeño-burgués. Y por último, el más destacado y heroico de los líderes revolucionarios latinoamericanos, Ernesto Che Guevara, era médico. El papel combatiente de los estudiantes en América Latina, incluyendo Chile, nadie puede desconocerlo. La Izquierda tradicional sólo puede echar en cara al MIR la juventud de sus dirigentes. Porque la mayoría de la dirección de esos partidos es también pequeño-burguesa, aunque más vieja que la nuestra. Contestando, ahora, la pregunta en lo concreto: de que somos jóvenes, es un hecho, y corresponde a una realidad general en la Izquierda revolucionaria latinoamericana. En cuanto a nuestra extracción social, también hay algo de cierto. El MIR nació hace tres años, fundamentalmente en las universidades y parte de su actual dirección está integrada por dirigentes estudiantiles o que hasta hace poco lo fueron. Sin embargo, de hecho, desde 1966, viene cambiando progresivamente la composición de clases en nuestra organización y hoy el panorama es distinto. Surgen cuadros obreros y de pobladores, como asimismo estamos actuando con relativa eficacia en el frente campesino”.
-Muchos hablan en Chile de hacer la “revolución”, ¿qué es lo que el MIR plantea? ¿En qué se diferencia del FRAP?
-“Quisiera aprovechar de aclarar que nuestras diferencias con la
Izquierda tradicional no estriban únicamente en la cuestión de los
métodos, o de las ‘vías para la conquista del poder’. Discrepamos
también en los objetivos. La pregunta, entiendo, se orienta al carácter
que el MIR cree que tomará la revolución en Chile. Esto podría definirse
por la realidad económico-social del país y por la conciencia política
de las masas. Para nosotros, Chile es un país semicolonial, atrasado y
de desarrollo capitalista desigual que combina rasgos del sistema. Por
ejemplo, hay un capitalismo urbano muy desarrollado -industrial y minero
fundamentalmente-, y bastante atraso en el campo. Sostenemos que el
poder en Chile lo detenta una alianza del imperialismo con la burguesía
nativa. Ambos constituyen un complejo social y político indisoluble. De
allí que planteemos el carácter socialista de la revolución chilena,
esto es, antimperialista y anticapitalista a la vez. Creemos -y conviene
recordar lo que al respecto ha dicho Fidel Castro-, que no hay cabida
en una estrategia revolucionaria para alianzas con una presunta
burguesía ‘nacional’ y ‘antimperialista’, que por lo demás no existe en
Chile. El Partido Comunista, en cambio, sostiene que existe en el país
un feudalismo agrario y una burguesía nacional y antimperialista
susceptible de aliarse a obreros y campesinos. Pretende por ello
imprimir a la revolución un carácter
‘nacional-antimperialista-antifeudal y popular’. Bajo una supuesta
dirección de la clase obrera se desarrollaría el capitalismo nacional,
es decir, habría que perfeccionar el régimen para engendrar las fuerzas
que lo abatirán. El MIR sostiene, en cambio, la necesidad de hacer
añicos el régimen y sentar de inmediato las bases para la construcción
del socialismo. Para ellos, entonces, no debe lucharse directamente
contra el capitalismo. Para nosotros, lo fundamental es empujar a la
clase obrera de la ciudad y el campo. Los comunistas luchan por un
gobierno popular y democrático. Nosotros por un gobierno revolucionario
de obreros y campesinos. Ellos por una reforma agraria, nosotros -como
fue en Cuba- por una revolución agraria anticapitalista. Ellos por una
reforma universitaria, nosotros por una revolución universitaria. De las
concepciones que el PC tiene sobre el carácter de la revolución en
Chile, surgen las posibles alianzas con un Partido Radical o una
Democracia Cristiana que podrían traducirse en el plano electoral en la
postulación de un Baltra o un Tomic, y es aquí donde se comprende porqué
el PC desarrolla toda su vida política sumido en la institucionalidad”.
-Sin embargo, es consenso político generalizado que en Chile existe un orden institucional democrático. ¿Cree Ud. posible el desarrollo de una revolución armada en el país?
-“En primer lugar, quienes sostienen esto -los partidos políticos
‘conocidos’- son justamente quienes usufructúan y dependen de esta
institucionalidad. Es más, si entendemos que fueron las propias clases
dominantes las que configuraron este régimen institucional a su imagen y
semejanza, justamente para mantenerse como tales, es evidente que ellas
lo difundirán y sostendrán con todas sus fuerzas. Por décadas la base
social que sustenta a todos los partidos políticos, incluso los de
Izquierda tradicional, está constituida por clases medias urbanas. La
vida ‘institucional y democrática’ en este país se desarrolla bajo la
anuencia y presión política casi exclusiva de ellas, y ese sector social
es justamente el que más usufructúa de esta muy relativa
institucionalidad.
Es también difícil hablar de institucionalidad en América Latina,
continente en el que el imperialismo se muestra cada vez más agresivo y
dispuesto a romper las normas del juego cuando se le ocurra. Estados
Unidos se arroga el derecho de invadir el país que desee, cuando quiera.
Por otra parte, la lucha armada es un sustrato permanente en la vida
política continental, ya sea en la forma de golpes militares o de
guerrillas revolucionarias. Hay quienes sostienen que Chile es una
excepción. Se equivocan. Por encima de la esencia del régimen chileno,
que es la utilización constante de la violencia reaccionaria, en este
momento la institucionalidad está siendo cuestionada a cada instante,
tanto por las clases dominantes como por los obreros y campesinos. El
gobierno democratacristiano desarrolla una política cada vez más
represiva, cede cada vez más al imperialismo en lo económico, político y
militar, cada vez muestra con mayor desenfado amenazante el poder
castrense que lo respalda, cada vez se desarrollan más los grupos
ultraderechistas. Eso está señalando que la burguesía se aproxima al
límite de sus posibilidades de juego ‘institucional’ y que está
dispuesta a echar mano a toda clase de recursos para la defensa de sus
intereses.
Desde otro ángulo: las masas comprenden que las vías legales les son
cada vez más estrechas. Las huelgas se alargan más o se hacen más
difíciles, se gana menos y es mayor la represión. Ha llegado a mirarse
como rutina que un paro nacional tenga no menos de cinco o seis
víctimas. Los obreros y campesinos están siendo impelidos a romper el
orden establecido. Aumentan las huelgas ilegales, las ocupaciones de
tierras, fábricas y locales escolares, etc. Así, pues, también las masas
se encuentran sin salida, cada vez más pobres, más explotadas y
reprimidas. Por eso ellas ven también limitadas sus posibilidades dentro
del juego político tradicional. No otra explicación tiene el
crecimiento de la Izquierda revolucionaria en este país. Sostenemos, y
lo estamos palpando a cada instante, que al margen del inútil y ya
fracasado juego político tradicional, se desarrolla una corriente
subterránea entre obreros, campesinos e intelectuales, cuya esencia es
la búsqueda de nuevos caminos que, rompiendo la institucionalidad,
forjen modelos orgánicos y políticos necesarios para el inicio y
desarrollo de una auténtica revolución en Chile. Sólo a partir de ese
punto podrá plantearse una estrategia y táctica de lucha armada en
nuestro país”.
-Si es así, ¿qué plantea el MIR frente al proceso electoral que se avecina?
-“Asistimos a un periodo de ajuste y reagrupación de fuerzas, previo
al proceso electoral 1969-70. Gran parte de los hechos políticos diarios
encuentran allí su explicación. Primero que nada, en general, el MIR no
cree en el camino electoral. Dar en ese plano las batallas políticas es
darlas en territorio enemigo, es consumirse orgánica y políticamente en
un camino infructuoso y ya fracasado, es afirmar la institucionalidad y
es, por último, domesticar a las masas, creándoles falsas ilusiones y
enseñándoles a esperar todo de una ley y un orden que, en realidad,
aseguran su explotación. Más aún, por encima de los principios, creemos
que a raíz de la crisis económica del país, expresada también en una
inflación galopante que para obreros y campesinos no constituye simple
argumento político-técnico, sino que se traduce en cuestiones de
realidad vital como hambre, enfermedad, cesantía, frío, etc., sumado
todo esto a las frustraciones electorales recientes y al fracaso de
algunas fútiles luchas reivindicativas que se desarrollaron siempre en
el terreno legal, se está operando un cuadro nuevo en la conciencia
política. Se trata de un proceso de radicalización que cuestiona los
métodos y los objetivos de lucha tradicionales y que se traduce en
escepticismo y desesperanza en el camino electoral. Los partidos
políticos viven en otro mundo, influidos por el cabildeo del Congreso
Nacional y por grupos profesionalizados en politiquería y
parlamentarismo. Por eso, ahora están embarcados en preparar una
estrategia electoral para 1969-70. Necesariamente, para ingresar a la
rueda del circo electoral, los partidos de Izquierda retroceden desde
posiciones más radicales que levantan en periodos alejados de las
elecciones. Así vemos la aprobación que dio el PC al proyecto de
reajustes del gobierno, la discusión que se abre acerca de una futura
colaboración de clases que lleve a la Presidencia a un Baltra o a un
Tomic a la cabeza de un paquete pluripartidista heterogéneo. Todos los
partidos, incluyendo al Demócrata Cristiano, ajustan sus monturas para
el galope electoral, y se cargan a la derecha. Ese proceso de
derechización de los partidos está en contradicción con el inadvertido
proceso en sentido contrario que desarrollan las masas.
Los partidos políticos tradicionales, especialmente los de Izquierda,
quieren resolver esta contradicción canalizando la izquierdización
masiva de los trabajadores por el atajo electoral.
Creemos que lo conseguirán, pero sólo parcialmente; las masas
evidentemente votarán pero ya no con la fe y el sentido que le dieron a
la elección de 1964, donde sumidas en una vorágine electoral creyeron
estar transformando el régimen. Ahora votarán por un gobierno que lo
haga menos mal que el actual. Sólo esperan algunas reformas, algunas
leves mejoras que siquiera alivien la caótica situación nacional.
Estas características, más el fracaso del FRAP para constituirse en
alternativa del derrumbe democratacristiano, han dejado un enorme vacío
en el plano político. Esto posibilita aún más el desarrollo de una
Izquierda revolucionaria y abre una perspectiva cierta de configurar una
nueva alternativa político-revolucionaria a fin de sentar las bases y
emprender definitivamente una vía revolucionaria para la conquista del
poder”.
-La muerte del comandante Che Guevara y el fracaso inicial de las guerrillas bolivianas ha sellado, según muchos, la suerte del camino guerrillero en América Latina. ¿Qué opina Ud. de ese planteamiento?
-“Por razones obvias, sólo podré contestar limitadamente. La guerra
de guerrillas como método de lucha sólo podrá ser dejada de lado si se
cuestionan válidamente algunas de sus premisas fundamentales: 1º) la
necesidad política de la lucha por el poder; 2º) la lucha armada como
vía para la conquista del poder; y 3º) la correlación de fuerzas entre
el movimiento revolucionario y el imperialismo y la burguesía que, en
definitiva, imponen la forma de la guerra revolucionaria. Como nada de
esto está cuestionado, creemos que la lucha guerrillera muy por el
contrario de haber fracasado, permanece vigente para todo el continente
latinoamericano. Naturalmente no soy yo el indicado para formular una
crítica idónea a las estrategias y tácticas de los distintos movimientos
revolucionarios de América Latina. Pero sí puedo decir, en general, que
la guerra de guerrillas de por sí no es una fórmula mágica que opere al
margen de las condiciones históricas y sociales. Ella debe adecuarse a
condiciones que son muy peculiares en cada país.
Hablando de Chile, todo el que se plantee una forma de lucha armada
guerrillera como estrategia fundamental, debería considerar, según creo:
a) la necesidad de una organización política previa que permita
realizar un trabajo ideológico que homogenice un pensamiento coherente, y
logre la adecuada colaboración y coordinación entre revolucionarios; b)
para bien o para mal, Chile no es Bolivia ni Ecuador. Cuenta con 30
años de vida política muy desarrollada, una Izquierda tradicional
poderosa, un elevado nivel de organización y conciencia de las masas, de
lo cual se desprende la importancia que tomarán en Chile, antes y
durante el proceso revolucionario, las ideas políticas claramente
expresadas, la propaganda y la agitación; c) es necesario también
considerar como fundamental la creación de cordones umbilicales
orgánicos con obreros y campesinos, que permitan desarrollar una mediana
influencia en las masas. No se trata, desde luego, de diluirse en los
ocho millones de habitantes, sino de penetrar planificadamente en
determinados frentes de masas, en las zonas rurales, en las
organizaciones de pobladores y estudiantes, y en ciertas áreas
industriales y mineras; d) el inicio de una tal lucha armada debería
corresponder a la situación política dada del país en el momento
adecuado, desarrollándose paralela y vibrando con ella; e) en el plano
guerrillero propiamente tal, deberá ser probablemente rural pero desde
el punto de vista táctico con gran desarrollo de la lucha en las
ciudades; f) tendrá que actuar en correspondencia con todo el proceso
revolucionario latinoamericano, o sea, como postulaba el Che, será
continental.
A pesar de esta formulación general, tenemos muy claro el drama que hoy
vive la Izquierda revolucionaria en general, el drama de la formulación
de líneas programáticas y estratégicas adecuadas, que en algunas
ocasiones han estado desprovistas de una traducción concreta y táctica
en lo inmediato. Eso es lo que a sectores desorientados los arroja al
terrorismo, al sectarismo y a la atomización. Creemos que el MIR está
haciendo una experiencia valiosa. En medida importante ha roto ese
círculo vicioso y vive al margen del conventilleo político que en el
pasado hizo inocuos los intentos de agrupar a los sectores
revolucionarios. El MIR se perfila como un polo sano de reagrupación de
fuerzas y ya ha dado los primeros pasos, que posibilitarán una
revolución en la que todos los verdaderos revolucionarios tendrán
cabida”.
*Re-Publicada en “Punto Final”, edición Nº 811, 22 de agosto, 2014
ÚLTIMA HORA
EE.UU. alcanzó la cifra de 700,000 muertes por COVID-19 pese al proceso masivo de vacunación en el país. |
En comparación con los meses anteriores, los casos por COVID-19 han reseñado una leve disminución; sin embargo, por ser el país con más contagios y muertes en el mundo, EE.UU. se enfila a alcanzar las 700,000 muertes. |
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4 DE OCTUBRE,2021
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El análisis de James Petras en CX36, 27 de setiembre de 2021.
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“CUANDO LA CENTRO-IZQUIERDA GANA LAS ELECCIONES Y NO CUMPLE, VUELVE LA DERECHA”.
El análisis de James Petras en CX36, 13 de setiembre de 2021. ...,
3 DE OCTUBRE,2021.
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Publicado: 14 ene. 2013
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DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA.
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Ojo con el lente
Foto reportajes…
InvestigaciónActualidadCIPER AcadémicoDebateTransparenciaRadar
28.09.2021
Por Cristián Carrère y Michelle Carrère
Entre 2016 y 2019 al menos 29 venezolanos y haitianos fueron víctimas de abusos laborales que podrían constituir trabajo forzado. Reclutados por más de 20 empresas intermediadoras de mano de obra agrícola, todas relacionadas con un mismo contratista, los trabajadores relatan que fueron amenazados con la pérdida de su estatus migratorio si no aceptaban condiciones abusivas: salarios menores a lo acordado, jornadas extensas sin remuneración de horas extras, habitaciones insalubres y sin autorización para abandonar el predio. La Inspección del Trabajo sancionó a algunas de estas empresas por incumplir el descanso dominical y las normas sanitarias mínimas, mientras que la justicia ya falló a favor de algunos trabajadores que denunciaron salarios impagos.
HASTA AHORA SE CUENTAN 17 LÍNEAS INTERCEPTADAS. ENTRE SUS USUARIOS HAY FAMILIARES DE MILITARES
Espionaje telefónico: surgen nuevos nombres y números intervenidos por el Ejército en la “Operación Topógrafo”
CX36 RADIO CENTENARIO 1.250 AM - MONTEVIDEO/URUGUAY
https://www.radio36.com.uy/
“Los tiempos difíciles son los tiempos difíciles.
En los tiempos difíciles el número de vacilantes aumenta; en los tiempos
difíciles —y eso es una ley de la historia— hay quienes se confunden,
hay quienes se desalientan, hay quienes se acobardan, hay quienes se
reblandecen, hay quienes traicionan, hay quienes desertan.
Eso pasa en todas las épocas y en todas las revoluciones. Pero también
en los tiempos difíciles es cuando realmente se prueban los hombres y
las mujeres; en los tiempos difíciles es cuando se prueban, realmente,
los que valen algo.
Los tiempos difíciles son la mejor medida de cada cual, del carácter de
cada cual, del coraje y el valor de cada cual, de la conciencia de cada
cual, de las virtudes de cada cual y, sobre todo, de las virtudes de un
pueblo; y las virtudes patrióticas y revolucionarias no le faltaron ni
le faltarán jamás a este pueblo".
Fidel Castro Ruz
Chilepor Víctor Toro Ramirez. Poder popular: unión y lucha del pueblo
x La rebeldía de los inmigrantes / La Haine
"Solamente una discusión amplia en la base puede garantizar una verdadera democracia. De nada sirven hoy organismos burocráticos que no representen a nadie"
A continuación, reproducimos una entrevista al dirigente mirista Víctor Toro, con respecto al MIR y el poder popular. Esta entrevista se encuentra casi completa y fue originalmente reproducida en la revista Punto Final nº185, del 5 de junio de 1973. Esta entrevista es hecha debido al desarrollo de Comandos Comunales de Trabajadores en múltiples puntos del país (Constitución, Talcahuano, Concepción, Santiago, Antofagasta, Cautín) que motivó la idea del PS de hacer un encuentro de CCT y Cordones Industriales.
El MIR abrió la polémica al declarar que “solamente una discusión amplia en la base puede garantizar una verdadera democracia. De nada sirven hoy organismos burocráticos que no representen a nadie o que sólo integren a los sectores más avanzados de la clase. Es problema es crear poder popular.
El poder popular nace de la base misma de las organizaciones de masas” (El Rebelde nº82). Con eso propuso comenzar una serie de reuniones comunales primero, que discutieran un Programa del Pueblo para superar las falencias del programa de la UP.
Creemos que en ella hay importantes elementos para comprender algunos procesos de toma de conciencia que se desarrollaban en el seno del pueblo durante el período de la UP, que no estaban necesariamente enmarcados en la táctica del reformismo y que expresaban esas tendencias libertarias latentes en el proletariado, aún en ausencia de referentes claramente libertarios. Esta entrevista debe leerse así, como el relato de un dirigente político, de un partido cuyas bases oscilaban entre una concepción estratégica y una concepción táctica del Poder Popular.
Pese a los méritos que explícitamente se reconocen al gobierno de la UP, y a algunas declaraciones estatalistas, implícitamente se puede leer una superación de esa forma de concebir y llevar a efecto la política, y una independencia con respecto a la línea seguida por éste.
En este sentido esta entrevista es una importante muestra de cómo sectores populares intentaban abrir una brecha propia en medio de la hegemonía del reformismo.
HyS PF: ¿Cómo define el MIR el poder popular?
VT: Para definir el problema del poder popular en Chile, es fundamental caracterizar el viejo Estado burgués como instrumento de dominación de clase que trata de mantener a una mayoría explotada dominada por una minoría explotadora. El Estado mantiene su dominación bajo la forma de la represión (...) y con su ideología de dominación (...) El viejo Estado cuenta con el aparato ejecutivo, las Fuerzas Armadas (...), la burocracia estatal, el Parlamento, las cárceles, la policía y el poder judicial, todos los que cumplen distintas funciones de opresión y explotación.
Frente a este Estado capitalista está surgiendo el poder popular, los Comandos Comunales de Trabajadores, que es y debe ser absolutamente contradictorio y alternativo como base de un nuevo orden, al poder burgués: y no cabe ninguna posibilidad de subordinarlo, por el contrario, los Comandos Comunales se forman en una lucha abierta con el aparato estatal burgués.
En segundo lugar, concebimos el poder popular como un poder independiente del gobierno actual (de Allende, N. de HyS), como un poder autónomo que unifica al conjunto de los sectores sociales (obreros, estudiantes, campesinos, empleados, pequeños comerciantes) de una determinada comuna, tomando a esta como la organización celular de toda ciudad o región.
Un poder popular que desarrolle una dirección revolucionaria, coordinando las luchas del conjunto del pueblo, una dirección capaz de gestar el futuro poder local que creará las condiciones para la Asamblea del Pueblo. Este poder no puede estar separado de las organizaciones gremiales tradicionales del pueblo.
La CUT, por ejemplo, no puede excluirse de él, ya que es la organización de la primera escuela del proletariado y juega en la actualidad un papel muy importante. Las juntas de vecinos, las federaciones sindicales, en fin, todas las organizaciones de masas y gremiales deben unirse bajo la conducción única de los Comandos Comunales de Trabajadores.
PF: ¿Este poder popular es antagónico al gobierno de la UP?
VT: Hemos dicho más de una vez, que el problema no puede plantearse en el choque entre el pueblo y el gobierno. Nosotros valoramos la existencia de este gobierno, pues a pesar de sus debilidades e inconsecuencias, a pesar de sus conciliaciones de clase, ha permitido terminar lo que llamamos la “rutina represiva” del Estado burgués. Con Frei o Alessandri, lo rutinario, lo normal, es que se respondiera a los trabajadores con la represión, con la violencia física desatada. Nadie puede decir, en cambio, que eso sea lo normal en este gobierno, a pesar de algunas incursiones represivas cono en Lo Hermida (...).
Valoramos el gobierno, si, pero no amarrar el movimiento de masas como un apéndice de su política. De lo contrario no habríamos podido denunciar las vacilaciones en la Reforma Agraria, en el proyecto de las tres áreas de la economía o en el problema del abastecimiento.
El gobierno muchas veces ha actuado en forma contradictoria con las masas y éstas tuvieron que obligarlo a cumplir ciertas tareas, sobrepasándolo en sus objetivos, en especial para ganar más poder dentro de la sociedad. Esto no significa -y lo decimos claramente- que el dilema sea entre poder popular y gobierno.
Ese es un dilema falso. Nosotros no planteamos la oposición entre pueblo y gobierno, sino entre pueblo y Estado burgués. El Estado burgués no ha sido tocado, no ha sido destruido y permanece por tanto como instrumento de dominación en contra de los trabajadores.
La tarea de la clase obrera es destruir el Estado capitalista y para ello debe desarrollar el poder popular, que progresivamente deberá enfrentar al poder de los patrones.
Estos organismos del pueblo deben ser independientes del gobierno. Si el gobierno quiere mantener las luchas de los trabajadores dentro de la ley patronal habrá problemas entre los trabajadores y el gobierno, pero si -por el contrario- el gobierno se apoya en las luchas del pueblo, se encontrará una importante unidad, donde el instrumento gobierno podría servir como palanca de apoyo a la lucha por el poder.
PF: ¿Hay poder popular en Chile? ¿Dónde está?
VT: (...) la clase obrera ha logrado una gran fuerza de masa, organización y conciencia que se expresa en nuevas organizaciones del proletariado. Estas son los Cordones Industriales, los Comandos Comunales, etc., que surgen en todas partes como gérmenes de un poder popular paralelo al Estado burgués.
En el presente, los Comandos Comunales de Trabajadores sólo constituyen organismos de coordinación e impulso de las luchas del pueblo. Pero son capaces, en los momentos más agudos de los enfrentamientos, de asumir tareas concretas de poder popular y reemplazar a los viejos organismos burocráticos del poder estatal. Un ejemplo reciente es el caso de constitución, donde el Comando Comunal de Trabajadores mantuvo bajo su control la ciudad, gobernándola sin problemas, en una clara demostración de poder popular.
Respecto a dónde está el poder popular, seguro que no se encuentra ni el Parlamento, ni en las oficinas de ningún burócrata. El poder popular, es para nosotros el que nace en las fábricas, en los fundos; el poder popular está en los Comandos Comunales de Trabajadores.
Este es el poder que temen los patrones, porque saben que unifica al pueblo y cuando se lo propongan los barrerán de la faz de la tierra. Hoy en Chile existen solamente embriones de poder popular, que toman cada vez más tareas propias de la burocracia estatal. Junto a estas organizaciones embrionarias, y como garantía de su maduración, está la conciencia de la clase obrera de que sólo su acción combativa genera más poder y más fuerza.
Esta conciencia es el punto de partida para que esta conciencia se desarrolle, se amplíe, y sea capaz de ir enfrentando progresivamente al Estado capitalista. Así será capaz de impulsar las tareas que conduzcan a generar una crisis revolucionaria, donde se plantee en definitiva el asalto al poder total.
El poder popular no se crea por gusto de nadie. Nace y se fortalece al calor de la lucha. Por el control obrero de la pequeña y mediana industria, por la dirección obrera en las empresas del área social, por el control popular del abastecimiento para responder al mercado negro de la burguesía, por la formación de los comités de autodefensa para hacer frente a la sedición fascista.
Se crea incorporando todos los organismos de base a los Comandos Comunales de Trabajadores, sean estos Comandos de Abastecimiento, JAP, Cordones Industriales, etc. (...)
PF: ¿Cuál es el balance del MIR sobre el desarrollo y crecimiento de los CCT y qué opinión tiene sobre el papel que juegan los Cordones Industriales como organismos de poder popular?
VT: A juicio del MIR, los Cordones Industriales tienen una debilidad como órgano de poder popular. Agrupan sólo a un sector de los trabajadores y se limitan a cumplir un papel que muy bien puede corresponder a una CUT provincial o departamental, si su dirección no estuviera controlada por reformistas o demócrata cristianos.
Por ejemplo, asesorar y coordinar las luchas de los obreros industriales de un sector, pero sin hacer participar a las demás capas del pueblo, como los campesinos, pobladores, estudiantes. No negamos su importancia en las ofensivas de los patrones, en el desenmascaramiento del reformismo cuando quería devolver industrias, y ha sido el MIR el más activo dentro de los Cordones Industriales.
Pero no debemos caer en lo que los patrones siempre han querido, en la división de los trabajadores, para derrotarlos en mejor forma. Nosotros planteamos transformar los Cordones Industriales en verdaderos organismos de poder de la clase obrera, donde participen al lado de los trabajadores industriales, los campesinos, pobladores, estudiantes, etc., con sus respectivas organizaciones de masas y con una plataforma común.
Este papel sólo le cabe y puede hacerlo el Comando Comunal de Trabajadores formado por la base. (...)
PF: ¿Qué razones justifican en Chile la existencia de un poder popular, si hay un gobierno donde participan los partidos de la clase obrera?
VT: Primero, porque son sectores reformistas los que tienen la fuerza en los partidos obreros, y hacen depender la revolución de sus vacilaciones e insuficiencias programáticas. Hay cuestiones del programa de la UP que no se han cumplido, y otras que sencillamente no aparecen.
Por eso nosotros pensamos que el Programa del Pueblo expresa mucho mejor las aspiraciones de los trabajadores para este período. Una segunda razón es el problema de acumular fuerzas. Un período prerrevolucionario implica una forma particular de sumar fuerzas, a través de la unidad de todas las capas del pueblo, agrupadas en torno a los obreros en organismos de poder popular.
Estos irán forjando una alianza de clase maciza a lo largo de los enfrentamientos sociales, y de allí hará madurar la situación a una situación revolucionaria que permita a la clase obrera tomar el poder. La lucha por el poder para los reformistas que dominan a los partidos obreros, está postergada, y la tarea más importante para ellos, como dice Luis Corvalán (secretario general del PC en aquel entonces, N de HyS), es ganar las elecciones en 1976.
Por eso sólo les interesa democratizar el aparato estatal y darle cierto grado de participación a la clase obrera y al pueblo. De manera que por razones de programa, como por tareas de acumulación de fuerzas, se hace necesario el poder popular independiente del gobierno y alternativo al Estado burgués.
Es el propio reformismo obrero el que obliga a levantar políticas revolucionarias que desarrollen la fuerza de las masas.
Notas
[1] “Capitalismo de Estado, una etapa del proceso” JVH, Revista Punto Final nº147. 21 de diciembre de 1971.
[2] “Reflexiones sobre el desarrollo industrial exportador chileno”, en Reflexiones Socialistas sobre Chile. Ed. La Liebre Ilustrada. Chile 1996.
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