Entrevista a Hernán Aguiló: "Debimos detener las acciones armadas antes"
Hernán Aguiló, ex jefe militar del MIR, rompe el silencio tras 34 años
“DEBIMOS DETENER LAS ACCIONES ARMADAS ANTES”*
Conocido como el líder de la facción más violenta del MIR, habla de los
atentados en que participó, entrega datos inéditos de los últimos
momentos de Miguel Enríquez, critica a sus ex compañeros que hoy están
en la Concertación y revela pasajes de sus casi 20 años de
clandestinidad. Además, responde a las acusaciones que lo señalan como
un doble agente.
Nación Domingo
Javier Rebolledo y Boris Bezama
Las dos décadas de clandestinidad en Chile no pasaron en vano para
Hernán Aguiló. Su pausado tono y mirada taciturna imprimen en el que
fuera jefe de la comisión militar del MIR un aura propia de un ex
revolucionario, quien tuvo la difícil misión de organizar el partido en
plena Operación Retorno.
En su casa de La Reina y en la primera entrevista que concede a un medio
de comunicación tras 34 años de silencio, Nancho –como le dicen sus
amigos– entrega detalles del Movimiento de Izquierda Revolucionaria y
revela pasajes inéditos de su encarcelamiento en Argentina, del que sólo
pudo zafarse gracias a la ayuda de un ministro del Gobierno de Raúl
Alfonsín.
Sólo en 1992, este hombre de 60 años, uno de los más buscados por la
dictadura, legalizó sus documentos y se reinsertó en la sociedad
chilena, para lo cual debió terminar de estudiar Ingeniería en la Usach.
Inmediatamente después, un amigo suyo de derecha le brindó ayuda en el
primer tiempo y lo contrató en su empresa ambiental. Desde ahí su vida
le cambió en “180 grados” y también a sus dos hijos, con los que vivía a
fines de los ’80 en plena clandestinidad. El mayor, quien es físico de
la UC, debió dar exámenes libres de los ocho años de enseñanza básica,
porque mientras estudió lo hizo bajo identidad falsa. Eso formaba parte
de la vida de los revolucionarios, de la que Aguiló no se arrepiente de
nada. “Me hago responsable de todo el accionar político y armado”,
sentencia el ex dirigente mirista. Y lo hace con la convicción propia de
un hombre que está consciente de lo que significó esa guerra insensata
contra los poderosos organismos represivos de la dictadura, que tuvo
gravísimos costos humanos para cientos de combatientes idealistas que
pensaban en hacer de Chile un segundo Vietnam. “Fue un acto de
voluntarismo de todos nosotros plantear que el MIR no debía asilarse. Y
Miguel Enríquez vanguardizó ese proceso”, sentencia Aguiló en su
histórico mea culpa con LND.
–¿Qué significa para usted hablar públicamente después de más de tres
décadas y con el peso que debe tener para quien fuera el responsable del
MIR en Chile tras la muerte de Miguel Enríquez?
–Yo no había dado nunca una entrevista, por dos razones: una, porque es
difícil hablar después de una derrota tan profunda de los
revolucionarios en Chile y América Latina. Y dos, porque a partir de
esta derrota se pueden hacer malas interpretaciones y sacar cosas fueras
de contexto.
–La historia del MIR incluye no sólo derrotas, sino también muchas
muertes, sacrificio de militantes que debieron hasta dejar a sus hijos
para retornar a Chile. ¿Cuál es el recuerdo más duro que tiene de esos
años?
–Sin duda, lo humano es lo más duro. Es complicado recordar la muerte de
tantos compañeros, a muchos de los cuales les debo la vida. Yo estoy
vivo porque revolucionarios ejemplares como Anselmo Radrigán, el loro
Matías, el guatón Renato y Germán Cortés no hablaron durante la tortura.
Hay otros que sobrevivieron a la tortura y también tuvieron un
comportamiento ejemplar como el caso de Haydeé Palma. Estoy vivo por 30 ó
40 personas que tuvieron un comportamiento ejemplar.
–En sus comienzos como militante, ¿pensó alguna vez que iba a terminar viviendo en un país capitalista?
–Entré al MIR en 1968 y después de egresar de Ingeniería de la
Universidad Técnica decidí profesionalizarme y dedicarme por entero a
las tareas de la revolución. Todos los militantes del MIR que
adquirieron ese compromiso nunca pensaron que iban a terminar insertos
en el capitalismo.
–Con la distancia del tiempo, ¿cuál es la autocrítica que hace del MIR?
–Nos formados en el MIR, que era un partido leninista que surgió a la
vida política oponiéndose a la conducción transformista en el campo
popular. El Mir desde su fundación levantó un programa socialista y la
necesidad de conquistar el poder para poder iniciar este proceso. En esa
concepción leninista se desarrollaban todas las formas de lucha para
poder conquistar el poder, pero pensado como un proceso largo y que iba a
tomar la forma de una guerra popular.
“MIGUEL SE IBA A ASILAR”
–¿Cuándo comenzó a realizar trabajo militar en Chile?
–Después del golpe empecé a realizar tareas de reconstrucción del
partido. Trabajé un largo período con Dagoberto Pérez hasta su muerte en
Malloco. El desarrollo de la lucha armada solo fue a partir del 78-79.
Durante el 73, 74 y 75 el MIR no logró eludir el acoso represivo donde
son tomados prisioneros alrededor de mil militantes. El MIR no tuvo
capacidad de respuesta inmediata después del golpe, ni siquiera de
replegarse ordenadamente y, por lo mismo, no logó organizar la
resistencia como lo señalaban sus documentos.
–Entonces, ¿todo ese proceso fue un desastre?
–Comenzaron a llegar a Santiago compañeros de todo Chile, porque no
podían sostenerse en las localidades donde trabajaban. Y esto pasaba
porque muchos de los cuadros y dirigentes medios del MIR no eran
naturales de esos lugares. Entonces, un porcentaje alto terminó
replegado en Santiago. La clandestinidad que debió ser natural e inserta
en el movimiento se transformó en carnés falsos, fachadas falsas,
ayudas para arrendar casas. Se formaron “colonias” con los compañeros de
provincias, muchos de ellos metidos en una pensión.
–¿Las “colonias” de militantes replegados en Santiago fue el primer gran error del exterminio que vivió el MIR?
–Las colonias son una consecuencia de la inadecuada relación con el
movimiento de masas y no una causa. Empezaron a golpearnos, lo que se
vio facilitado por traidores como la flaca Alejandra. En menor medida
por compañeros que no siempre tuvieron un buen comportamiento y soltaron
algo de información. Fue una combinación de cosas. Fue fácil para la
DINA y la SIFA, en ese momento, cercar al partido.
–¿Qué connotación tiene para usted los militantes que colaboraron, entendiendo que muchos de ellos fueron torturados?
–El MIR, en ese momento, tenía como política que los compañeros no
debían hablar en la tortura. Luego, el MIR tuvo la política de
distinguir aquellos que habían tenido una colaboración abierta con
aquellos que tuvieron debilidades dentro de las torturas. Entonces, a
éstos se les daba la oportunidad de reincorporarse al partido, de hacer
un proceso de remilitancia.
–El lema popularizado en ese tiempo por Miguel Enríquez fue “el MIR no
se asila”, lo que conllevó la muerte de muchos militantes que debieron
resistir la represión.
–Poco antes de su muerte, Miguel empieza a plantearse que había un repliegue mucho más profundo en el movimiento de masas.
–¿Y él pensó en asilarse?
–Sí, ya se empieza a conversar la idea de que Miguel tiene que salir del
país, porque la situación y el proceso de la reorganización de la
resistencia no daba para que se mantuviera en el país. La muerte en
combate de Miguel se desarrolla en una casa con fachada falsa. Todos sus
moradores buscados, todos clandestinos e ilegales. Fue un proceso de
gran arrojo el encabezar la resistencia de Chile, pero la realidad
indica otra cosa. Él dio el ejemplo, el MIR no se asila, vanguardizó ese
proceso, pero si uno lo ve históricamente es un acto de voluntarismo de
todos nosotros. No lo critico porque ninguno planteó algo distinto.
MALLOCO Y SU ASCENSO
–En 1975, la dirección clandestina del MIR fue descubierta en Malloco y estuvo a punto de desaparecer.
–Claro. Eso demostró que es aún más profunda la derrota, porque ahí
estuvo a punto de cortarse la continuidad histórica del MIR. En ese
momento fui el único miembro de la comisión política que quedó en Chile.
–Con la salida de Pascal Allende, usted queda a cargo del partido en
Chile y todos los que están cerca suyo caen presos o muertos. ¿A qué
atribuye que se haya salvado de caer en manos de la dictadura?
–A dos cosas. Fui un buen conspirador en el sentido que nunca me vinculé a sectores quemados del partido.
–¿Cuáles eran esos sectores quemados?
–Por ejemplo los familiares de detenidos desaparecidos, los propios
familiares de los miristas, los militantes de otros partidos de
izquierda. Nunca me vi ni siquiera con mis propios familiares.
–¿Hasta cuándo realizó acciones armadas?
–Hasta 1986. Hacia adelante nosotros no desarrollamos más acciones.
–¿Le siguen gustando las armas?
–Si yo no soy un milico [ríe]. Me vinculé a la lucha armada porque era
una necesidad. A mí no me gustan las armas y no me gusta la violencia.
–¿Es bueno para los tiros?
–No sé, más o menos [ríe nuevamente].
–¿Es verdad que supervisaba gran cantidad de las acciones que se llevaron a cabo.
–Algunas de las acciones, no todas.
–¿Cómo se reaccionaba cuando alguna acción no resultaba?
–Se buscaban los errores de planificación o retirada.
–Tuvo participación en el atentado en contra de Roger Vergara
–Eso estuvo a cargo de Hugo Ratier, pero todo el accionar armado de la
época fue apoyado por la dirección interior del MIR y la Comisión
Política en su conjunto.
–¿Y de qué acciones tuvo a cargo?
–Tuve participación en la planificación de algunas expropiaciones y en el triple asalto.
–¿Siempre fue partidario de organizar focos guerrilleros?
–Después de la represión de Nahuelbuta y Neltume se planteó reorganizar
la fuerza del MIR. Ahí yo fui partidario de reorganizar el partido,
generar el apoyo social y después trabajar en la guerrilla. En ese
momento, algunos compañeros que están en la Concertación me acusaron de
que yo estaba en contra de la guerrilla.
CAROL URZÚA Y LA DIVISIÓN DEL MIR
-¿Estaba en Chile para el atentado al general Carol Urzúa?
–Venía entrando a Chile.
–¿Participó de la organización?
–No.
–¿Cuál fue su evaluación?
–Después de los resultados no lo valoramos como un acierto político. Se
cruzaba con que al interior del MIR había tendencias que se oponían a
las formas de lucha armada, que no era mi caso. Nos quedamos con la idea
de que el avanzar a saltos a través del accionar armado era una forma
de acumulación más rápido de fuerzas.
–Sobre usted se han tejido una serie de mitos en el MIR. Incluso se le
acusa de haber sido doble agente. ¿Por qué cree que circula esa versión?
–Eso surge de un grupo minoritario de compañeros y tiene que ver con la
derrota. Buscar otras razones no tiene sentido. En algún momento se dijo
que Haydée Palma, Hugo Ratier y René Valenzuela eran infiltrados, son
corrillos sin base concreta.
–Su situación judicial en Chillán y estos corrillos, como los llama
usted, ¿tienen que ver con que esté dando por primera vez una
entrevista?
–No tiene que ver con eso.
–Gastón Muñoz, del MIR Político, asegura que luego de la división quedó
sin nada, completamente desprovisto, sin contactos ni dinero.
–Previo a la división del MIR hubo una reunión del comité central en
Argentina en 1985. Ahí se formó un secretariado interior compuesto por
Gastón Muñoz, Osvaldo Torres, Manuel Gahona, José Miguel Hernández y yo a
cargo del secretariado interior. Alcanzamos a tener sólo una reunión en
Chile. Para esa reunión me llegó una cierta cantidad de dinero. Les
dije que ese era el dinero disponible y se distribuyó de acuerdo a las
tareas de cada uno.
–¿Tiene la conciencia tranquila?
–Sí la tengo. Nunca oculté recursos independiente de que mis compañeros no estuvieran en mi posición política.
–¿Qué se decidió en la reunión de Buenos Aires?
–Ese secretariado interior que no era mayoría en el comité central
aprobó que se iba a seguir impulsando la política de Rebelión Popular,
que implicaba seguir desarrollando todas las formas de lucha.
–Después del quiebre del MIR Político y Militar, ¿qué sucedió?
El MIR Político se fue derechamente en alianza con la Concertación. Por
eso Osvaldo Torres es concejal del PS; Y Roberto Moreno es asesor del
ministerio del Interior. En todo caso, son opciones personales, pero
debieron haber planteado antes que esa era su opción política. Cuando
Osvaldo Torres volvió a Chile fue ayudante mío.
–¿Cuál es su autocrítica?
–Yo fui parte de los errores y los asumo colectiva e individualmente.
Otra cosa es que me haga cargo de todos los errores del MIR. Si Osvaldo
Torres, Roberto Moreno, Gastón Muñoz y Nelson Gutiérrez hubiesen dicho
en el ’74 “no estamos de acuerdo con el desarrollo de la resistencia
popular, si se hubiesen opuesto a la Operación Retorno y si se hubiesen
manifestado en contra de todas las formas de lucha, como lo hizo Ominami
en su oportunidad, hubiese sido distinto.
–¿La responsabilidad de la Operación Retorno es de todos ustedes?
–De todos.
–¿Cree que lo deberían hacer todos como lo está haciendo usted?
–Sí. Yo lo hago porque me siento bien con lo que hice. Puede ser un
aporte para el futuro. Internamente siento ahora el deber de estar
tranquilo conmigo mismo.
-¿Debieron parar las acciones armadas antes?
–Debimos detenerlas antes. Así se habría evitado la muerte de más
militantes. En forma voluntarista tratamos de forzar situaciones que a
la larga no lograron revertir nada y que agregaron un costo adicional en
lo humano que se podría haber evitado.
AMIGOS Y BACHELET
–René Valenzuela estaba a cargo de entregarle las platas desde afuera. ¿Cómo era la relación con ellos?
–Muy buena.
–¿Y ahora?
–Soy amigo de Valenzuela, de Andrés Pascal, de Manuel Cavieses y de muchos más.
–¿Es amigo de Marco Enríquez-Ominami?
–Lo conozco.
–¿Le interesa la política? ¿Se mantiene informado?
–Me mantengo informado. Es fácil porque en este país no pasa prácticamente nada.
–¿Votó en las presidenciales?
–No estoy inscrito. Ahí hay otra diferencia, porque no creo en este sistema.
–¿No cree que era mejor un Gobierno de Bachelet que el de un inversionista como Sebastián Piñera?
–No habría una gran diferencia.
–¿No vio positivo que una mujer ganara las elecciones?
–No es un problema de hombre y mujer, sino de política. No soy machista, pero tampoco feminista.
–¿Aún se siente revolucionario?
–No. ¡Cómo voy a serlo si no estoy luchando por la transformación de
esta sociedad! Pero no reniego de mi pasado revolucionario, con Neltume y
Operación Retorno incluidos. Ésa es la diferencia con ellos. No puedo
negar los sacrificios que se hicieron, porque estaría negando mis
propios sentimientos y parte de mi vida.
LOS ERRORES DE LA OPERACIÓN RETORNO
–¿En pleno ’78 hubo diferencias en el seno del MIR para definir la viabilidad de la Operación Retorno?
–En el 78, no. Tras el golpe represivo en Neltume, sí. Una parte del MIR
afirmaba que en Chile existía una situación prerrevolucionaria y yo no
estaba de acuerdo.
–¿Finalmente aceptó la decisión de la mayoría?
–Lo que acepté fue trabajar en el partido desde abajo. En eso nos pilló
después la crisis del partido, la crisis del socialismo y no pudimos
rehacer nada.
–Entonces, ¿no se hace responsable, por ejemplo, del fracaso de las guerrillas de Neltume y Nahuelbuta?
–Me hago responsable, porque no le hago el quite a la historia. Los que
fueron muy guerrilleristas, como Nelson Gutiérrez, con sus discursos
desde La Habana, y otros que están en la Concertación, no han asumido
sus errores al respecto.
–¿Qué errores se cometieron?
–Los mismos que en el ’73 y ’74: el organizar el apoyo logístico en
forma de fachada sin inserción en la masas. Los errores fueron de tal
magnitud que a veces la base social de apoyo era el familiar de un
detenido desaparecido. Éste es el caso de Neltume. Cuando se estaba
reconociendo el terreno para instalar Neltume, en ese momento regresó
Pascal a Chile. Ahí se produce el golpe represivo en El Arrayán. Se
quedó sin casa y vivió tres meses en la mía. Desde La habana Gutiérrez
señalaba que Andrés se debía ir a Neltume. En las conversaciones yo le
decía que si se iba al monte lo matarían.
–¿Estuvo o no en contra de la Operación Retorno?
–No reniego de nada. Yo decía que el proceso tenía que ser más gradual
porque había que generar una base de apoyo social, pero ante hechos
consumados, ¿qué vas a hacer tú si los compañeros ya están en Chile y en
Neltume? Proveerlos de recursos. Como en todo proceso de discusión,
llegamos a una situación intermedia. El consenso consistió en bajar a la
mitad de los compañeros a las localidades cercanas para generar base
social de apoyo. Fue a la chilena, una pésima solución.
“JAMÁS TUVE CONTACTO CON LA DINA”
–¿Cómo fue vivir en la clandestinidad desde el ’73 hasta el ’92?
–Duro. Sólo tuve un contacto con mi padre en Argentina el año ’82. No
pude asistir a sus funerales. Él murió el ’87 y yo estaba en la
clandestinidad. Tampoco a los de mi madre, que fueron el ’89.
–En el ’75, su hija Macarena, de entonces tres años, fue secuestrada por la DINA para que usted se entregara.
–A ella le tocó vivir con dureza el período de nuestra clandestinidad.
Estuvo desaparecida durante 15 días en marzo de 1975. La tuvieron en
Villa Grimaldi y en un hogar de Carabineros para que yo me entregara.
–Algunos ex agentes de la DINA han señalado que durante el período de la
detención de su hija, usted hizo contacto con los órganos represivos y
empezó a colaborar.
–¡Nunca! ¡Nada! Jamás tuve un contacto con ellos. Es parte del juego de
la contrainteligencia, que intentaba desprestigiar al movimiento
revolucionario.
–¿Qué le sucedió a su hija?
–Yo estaba en Chile, pero me enteré por el New York Times que habían
detenido a mi hija. En ese momento ella vivía con unos tíos y con una ex
nana que la quería mucho. Cuando hice contacto indirecto con mi familia
ya la habían soltado para que luego se fuera al exterior. Mi padre la
fue a retirar.
–¿Qué daño sufrió?
–Tortura sicológica. Tiene un recuerdo vago de unas tías malas.
–A lo largo de sus 23 años de clandestinidad tuvo dos hijos. ¿Cómo resolvían cosas como la educación?
–Iban a la escuela con otro nombre.
–¿Cómo se lleva a cabo algo así?
–Se doblan familias. Se suplanta a todos los integrantes de una familia
existente. A veces doblábamos la identidad de amigos y en general
siempre íbamos cambiando de lugar. Cuando nos legalizamos en el año ’92
mi hijo José estaba pasando a octavo básico. En ese momento tuvo que dar
exámenes libres desde primero a séptimo básico. Después de hacerlo
ingresó al Instituto Nacional.
–¿Usted estuvo detenido?
–Sólo una vez, y fue en Argentina. Crucé a caballo por un paso
fronterizo a la altura del valle del Limarí y llegué hasta Calingasta,
ubicado al sudoeste de San Juan. En esa oportunidad iba junto a otro
compañero que conocía el lugar.
–Una de las tesis que sostiene las sospechas de su infiltración es que
sería imposible que el hombre más buscado del país hubiese sido soltado
por la policía argentina, que funcionaba de la mano con la chilena
–Pero era 1984 y Alfonsín ya había asumido la Presidencia del país. El
partido tenía contacto con uno de sus ministros, que era padre de un ex
montonero, que a su vez era muy amigo nuestro y que conocía en lo
personal. Él me ayudó a que me expulsaran de Argentina.
“NO SOY INFILTRADO”
Existen dudas sobre la eventual responsabilidad que le cabría a Hernán
Aguiló en la muerte de dos explosivistas del MIR -Jaime Orellana y
Nelson Lagos- que habían llegado a Chile en la Operación Retorno. El
abogado patrocinante de la querella, Hiram Villagra, solicitó careos
entre Aguiló y dos ex miembros del Comité Central del MIR, Gastón Muñoz y
Manuel Gahona, quienes afirman que al momento de su muerte los
explosivistas dependían directamente de Aguiló. Versión que este último
ha desmentido. El caso se emparenta con varios más ocurridos en
circunstancias similares y que han abierto una pregunta fundamental ¿Por
qué murieron justamente los explosivistas preparados que el MIR había
traído al país?
-¿Estuvo en la casa con Orellana y Lagos antes de la explosión?
- No. Y si hubiese estado, no es causa para acusarme de agente. No soy infiltrado.
-¿Estaba en la ciudad?
-Tampoco.
-¿No dependían de usted y no los conocía?
-Yo los conocía, aunque no personalmente, pero eso no significa que
dependieran de mí. Estuve con ellos en una escuela de cuadros en
Constitución, pero ahí estuvimos encapuchados.
-¿Por qué se produjeron tantas muertes de gente que trabajaba con explosivos?
-Porque los explosivos son complicados.
-Otra duda se ha levantado en relación a cómo fue ascendiendo en el MIR
luego de la salida de Pascal Allende. En la querella por la muerte de
Guillermo Cornejo y Mario Maureira, líderes de un grupo paralelo al suyo
se dice que les quitó el financiamiento. Esto les costó la vida a ellos
y a por lo menos a ocho personas más.
-A Cornejo se le ordenó que se asilara porque podía estar con
seguimiento. La orden en concreto vino de la Comisión Política del MIR
de ese momento y lo que yo hice fue transmitirle que se asilara.
* LA NACIÓN, 4 DE FEBRERO DE 2007
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REACCIONES A LA ENTREVISTA DE HERNÁN AGUILÓ:
JACQUELINE CUEVAS, MADRE DE JOVEN EXPLOSIVISTA MUERTO EN DICTADURA
“Hernán Aguiló quiso terminar con la generación de recambio en el MIR”
“Él dejó un reguero de muertos en el MIR”, afirmó Jacqueline Cuevas al
ser consultada por Hernán Aguiló, ex jefe militar del Movimiento de
Izquierda Revolucionario (MIR), quien volvió a la palestra tras conceder
una entrevista exclusiva a La Nación Domingo.
La Nación
Según Jacqueline Cuevas, madre de un joven explosivista que perdió la
vida luego de la denominada Operación Retorno, Hernán Aguiló, ex jefe
militar del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) no ha aceptado
la responsabilidad que le atañe en el suceso que terminó con la vida de
su hijo. De hecho, dijo la mujer, el ex militante MIR sobrevivió la
lucha armada contra la represión por estar coludido y ser informante de
los organismos de inteligencia del gobierno de Pinochet.
A su juicio con las declaraciones que hizo a LND, Aguiló busca blanquear
su imagen pública pero sin admitir que estuvo relacionado con estas
muertes por explosión. “Él les enseñaba o supervisaba cuando hacían el
explosivo y luego cuando los jóvenes colocaban la bomba ésta les
explotaba”, sostuvo la mujer.
Además, la mujer aclaró que aunque el ex miembro del brazo armado del
MIR ha afirmado que no conocía a su hijo y que no estuvo presente el día
de la explosión, según sus averiguaciones Aguiló fue el instructor de
Jaime Orellana (su hijo) y Nelson Lagos.
“En sus declaraciones él miente”, dijo, y aseguró tener testigos que
pueden confirmar su versión. Sobre las capacidades técnicas que manejaba
su hijo, la mujer sostuvo que todos eran expertos explosiveros.
“Mi hijo salió como los mejores de la camada que se fueron a entrenar a
Cuba, igual que Araceli Romo y Pablo Vergara, muertos en 1988 en Temuco,
donde Aguiló era el jefe directo de ellos”, precisó.
Qué pasó
Cuevas se pregunta entonces qué pasó, por qué cayeron todos los
explosiveros del MIR menos Aguiló. “En la entrevista queda como un héroe
de la resistencia, siendo que fue un asesino”, comentó. Es más, en la
investigación que lleva el ministro de Chillán, Claudio Arias, existe la
declaración de un ex agente de inteligencia que confirma que Aguiló era
un ex informante de ellos.
Según la mujer, Aguiló después de coordinar los puntos de encuentro los
comunicaba antes a la CNI y a la DINA. “Los miristas caían y él nunca
llegaba al lugar”. De hecho a Roberto Moreno, ex miembro del comité
central del MIR y actual asesor del Ministerio del Interior, lo delató
él, agregó.
La traición
Cuevas no está segura, pero tiene una tesis sobre cuál era la verdadera
misión de Aguiló. “Él buscaba terminar con la generación de recambio de
una nueva línea revolucionaria. Eran todos política y militarmente muy
bien formados”, dijo.
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APOYO NECESARIO A JACQUELINE CUEVAS*
Los militantes revolucionarios siempre hemos apoyado la búsqueda de la
verdad y de la justicia y nunca hemos hecho defensas corporativas que
sirvan al ocultamiento de los hechos.
¿Quiénes son los responsables? Injusticia y abandono
Leí la entrevista a Hernán Aguiló el domingo pasado. A Jacqueline Cuevas
la he visto una sola vez; sin embargo, lazos indestructibles
construidos con lágrimas y llantos, con humillaciones y olvido, con
desesperación e
injusticia, en una lucha que aún libramos en aras de castigo a los
culpables, nos unen a todos quienes hemos perdido un familiar en pos del
“cumplimiento con honor del deber en la lucha contra la dictadura
militar”.
Los familiares estamos llenos de un sentimiento de injusticia y de
abandono de parte de la mayoría de la sociedad. E, independientemente de
lo que se pueda sospechar o dudar de Hernán Aguiló, hay un hecho
concreto, y es que siempre se ha contradicho sobre si conocía o no a los
compañeros muertos por explosión. Y cómo no indignarse, como familiar,
cuando uno se entera de que este “destacado revolucionario” ni siquiera
considera necesario presentarse frente al juez que lleva la causa de
nuestros familiares, y que las pocas veces que fue a declarar, no aportó
nada que permitiera esclarecer quiénes son los responsables.
Una carta de apoyo a Aguiló circula por la red. Respecto de los
firmantes de la carta, hay algunos que no firmaron la querella del MIR
del año 2000 para ayudar a esclarecer los responsables del exterminio de
su partido. Incluso los jueces han manifestado su extrañeza sobre el
hecho de que muchos de sus principales dirigentes (por lo tanto,
responsables políticos y humanos de estos caídos) declaren dando a
entender que no sabían nada.
Los militantes revolucionarios siempre hemos apoyado la búsqueda de la
verdad y de la justicia y nunca hemos hecho defensas corporativas que
sirvan al ocultamiento de los hechos, ni formamos parte de redes de
protección de
hechos que nunca han sido aclarados por la dirección del MIR. Como
militantes revolucionarios no hemos estado nunca contra los familiares,
de los cuales los firmantes formamos parte, quienes durante 33 años han
estado en esta lucha. Por la búsqueda de la verdad, la lucha
inclaudicable por la justicia y el castigo a los culpables.
* Michèle, Nicole y Viviane Drouilly, hermanas de Jacqueline Drouilly
(miembro del MIR, detenida desaparecida), cuñadas de Marcelo Salinas
Eytel y primas de Edwin Van Yurick (militantes del MIR). mas 50 firmas
de apoyo
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CARTA DE APOYO A HERNÁN AGUILÓ
Nosotros, ex militantes del MIR, queremos expresar nuestra solidaridad
con el compañero Hernán Aguiló, víctima de absurdas acusaciones que
enlodan la digna historia de un movimiento revolucionario que cumplió
con su deber en la lucha contra la dictadura militar.
Compartimos con Hernán Aguiló no sólo los ideales políticos y principios
éticos que animaban al MIR. Fuimos también sus compañeros en los duros
años de la resistencia, en que el afrontar riesgos y peligros cotidianos
permitían alcanzar un grado de conocimiento y confianza entre camaradas
que constituían la más sólida garantía de supervivencia para cada cual.
Por su cargo en la dirección interior del MIR, Hernán Aguiló poseía
amplia información sobre el partido y sus militantes. La vida de muchos
de nosotros dependía de su integridad revolucionaria y de la confianza
que habíamos depositado en él.
La realidad de la clandestinidad vivida en esos años hace aparecer como
grotescas y falsas las afirmaciones que dañan la honra del compañero
Aguiló. Queremos señalar que fuimos parte de un proceso de lucha
difícil, dura y compleja, no exenta de errores, donde prevaleció
indiscutiblemente la entrega desinteresada y valiente de centenares de
hombres y mujeres que lucharon conscientemente y a riesgo de sus propias
vidas por la libertad de Chile.
Es por ello que como militantes y familiares de tantos miristas que
cayeron luchando contra la dictadura, comprendemos el sacrificio y
también el sufrimiento de los nuestros, rechazamos la impunidad ante
tanto crimen dictatorial y alertamos ante la eventual utilización del
dolor o de nuestros propios errores con el fin de enlodar la historia de
una organización revolucionaria.
Es importante tener en cuenta que algunos de los que fuimos militantes
del MIR, sobre todo en sus momentos de crisis y división, no compartimos
las posiciones que Hernán asumió; sin embargo, ello no significa que
pongamos en duda la integridad del compañero Aguiló respecto de su
compromiso revolucionario y de su lealtad con los principios que guiaron
a los miristas.
Andrés Pascal Allende, Manuel Cabieses, René Valenzuela, Carmen Castillo Echeverría y 100 firmas más.
https://www.lahaine.org/
Marx, el comunismo y el decrecimiento x Daniel Tanuro.
Los malos votos de Georgia y Moldavia x Rafael Poch.
El regreso de 'Trumpenstein' x Carlos Fazio.
Los fanáticos israelíes que cantaban «Muerte a los árabes» lo decían en serio x David Broder.
Trump, ni tanto ni tan poco x Alfredo Serrano.
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Estados Unidos: un abismo en el centro x Atilio Boron.
[Libro] Resistencia comunal frente al bloqueo imperialista (I) x Chris Gilbert y Cira Pascual Marquina.
De: Felipe Portales <lfportales@gmail.com>
To:
La denigración sin fin de los nativos de Tierra del Fuego: expuestos en zoológicos y museos de Europa.
El empresario suizo Maurice Maitre junto a un grupo de selk'nam, en el contexto de la Exposición Universal de París.
En ‘Huesos sin descanso’, el investigador chileno Cristóbal Marín recoge la explotación y colonización que sufrieron dentro y fuera de su territorio las etnias fueguinas
Tierra del Fuego tiene bien ganado su apodo de fin del mundo. El archipiélago, ubicado en el extremo sur de América, es temido por los navegantes por los vientos de 100 kilómetros por hora que endurecen los picos escarpados de nieve. En este último punto continental antes de la Antártida, habitan desde hace 10.000 años las etnias selk’nam, yagán, kawésqar y haush. Son pueblos nómadas cuya historia se ha visto maldecida por colonizadores; primero por los españoles, pero principalmente por naturalistas franceses e ingleses, que llevaron contra su voluntad a muchos autóctonos para ser exhibidos como salvajes en el viejo continente del siglo XIX. Gran parte de su perverso destino, en parte impune hasta hoy, es recogido en el ensayo Huesos sin descanso, publicado en octubre en España por Debate.Los sacerdotes y etnólogos Martin Gusinde y Wilhelm Koppers, parados a los extremos izquierdo y derecho, junto a los participantes de la ceremonia de iniciación yamana conocida como chiejaus, en 1922.
Penguin Random HouseReducidos a animales
“Me descolocaron las fotografías de los fueguinos vestidos con ropa victoriana visitando en 1831 al rey Guillermo IV y la reina Adelaida. Se convirtieron en un acontecimiento de la vida social londinense”, relata Marín, quien estuvo recientemente en Madrid presentando el libro. El también filósofo y científico social reveló que, al menos 100 nativos o sus restos, fueron llevados de Tierra del Fuego a Europa. Después de FitzRoy, y con su mismo objetivo, lo hizo el obispo Waite Hockin Stirling en 1865. Mientras que el alemán Carl Hagenbeck, famoso por crear los espectáculos antropozoológicos, ordenó un desplazamiento violento con el rapto de 11 kawésqar (cuatro hombres, cuatro mujeres y tres niños), que fueron exhibidos en zoológicos a lo largo de 1881 en Francia, Alemania y Suiza.
La primera parada fue en el Jardín de Aclimatación de París, donde fueron visitados por cerca de 500.000 personas. Entre ellos, naturalistas y antropólogos famosos que hacían sesiones especiales en las que analizaban y medían hasta los órganos genitales de las mujeres. Fueron trasladados después a Berlín en el vagón de un tren de carga para ser expuestos por cinco semanas en el Jardín Zoológico. Luego fueron llevados a Leipzig, Múnich, Stuttgart y Núremberg. Cuando se dirigían a Zúrich, no pudieron continuar por la tuberculosis, sarampión y sífilis — los guardias y operarios de los lugares donde eran expuestos abusaban sexualmente de las mujeres —, y fallecieron. Sus restos fueron apropiados por el Departamento de Anatomía de la Universidad de Zúrich.
“Las conclusiones de los informes científicos sobre los fueguinos eran similares a las opiniones de Darwin y FitzRoy: representaban una raza inferior con una limitada inteligencia y capacidad de progreso”, relata Marín, quien reconstruyó la historia a partir de documentos del Museo Británico, la Biblioteca Británica y el Hunterian Museum, entre otros. Un secuestro más vil fue el de once selk’nam en 1888, transportados “con pesadas cadenas, cual tigres de Bengala” por el ballenero belga Maurice Maitre a la Exposición Universal de París, la misma donde se exponían obras de Monet o Van Gogh. Les arrojaban carne cruda de caballo y, de forma intencional, los mantenían en suciedad, con ropas viejas y en un estado total de abandono para que tuvieran la apariencia de salvajes.
El estanciero rumano Julius Popper dirigiendo un ataque contra indígenas selk'nam en Tierra del Fuego (1886).Penguin Random HouseLa exhibición degradante de originarios americanos no se reduce a los de Tierra de Fuego; en 1879 fueron exhibidos una pareja de aonikenk (Patagonia) con su hijo en Hamburgo y Dresde. Pero tal vez el caso más popular fue el de la mexicana Julia Pastrana, quien sufría de hipertricosis (exceso de vello en la cara) y fue mostrada como una abominación a lo largo de la década de 1850 en Estados Unidos. Luego de su muerte en 1860, su cuerpo momificado fue mostrado por diversas ciudades europeas por más de 100 años, hasta que en 2013 fue repatriada y enterrada en la ciudad de Sinaloa, en México. “La tumba fue construida con excepcionales medidas de seguridad para que, por fin, sus restos descansen en paz”, se lee en Huesos sin descanso.
Huesos sin descanso
Al igual que con Pastrana, la denigración de los fueguinos no acabó con su muerte. Marín calcula que más de un centenar de ellos todavía permanecen en suelo europeo sin su consentimiento. Identificó 28 en el Museo de Historia Natural en Kesington, 12 en el Musée de’l Homme de París y otros 18 en el Museo de Historia Natural de Viena. “Lo más básico para el honor humano es recibir un rito funerario. Si van a ser expuestas tiene que ser bajo un contexto, con cartelas que lo expliquen y los sitúen”, defiende el ensayista. En 2010 y 2016, fueron repatriados los restos de algunos, pero la mayoría de ellos continúan lejos de su tierra.
El aciago siglo XIX para los nativos de Tierra del Fuego concluyó con su explotación e intento de extermino en su propia tierra. De manera voluntaria por estancieros, principalmente ingleses, e involuntaria por parte de las misiones salesianas. En el caso de los primeros, los hacendados llegaron a ofrecer una libra esterlina en 1895 por la oreja de un selk’nam muerto porque interrumpían su negocio lanero. Los indígenas se alimentaban de los guanacos que habían sido desplazados por las ovejas que los selk’nam intentaron expulsar, los latifundistas se vieron perjudicados y ofrecieron recompensa a cazadores armados con fusiles Winchester. El más letal de ellos fue el escocés Alexander McLennan, quien dijo haber matado a 450 en un año.
Los salesianos, por su parte, instalaron una misión en 1889 en la isla Dawson. Además de ser colonizados espiritualmente, mantenidos a la fuerza bajo una estricta disciplina y alterado su alimentación, los infectaron con enfermedades que traían desde el viejo continente, en especial tuberculosis y sarampión. “La isla Dawson se transformó en una suerte de prisión para los selk’nam, un pueblo que había sido nómade durante miles de años. El cementerio de la misión con más de 1.000 tumbas de indígenas es un mudo testimonio de esta catástrofe. En los distritos periféricos, simplemente dejaban a los muertos en los matorrales más cercanos. Con certeza muchos de los enfermos vieron que los zorros salían de los bosques y devoraban a los cadáveres, pero nadie podía defenderse ni espantarlos”, recoge en su texto Marín.
Un grupo de selk'nam retratados entre 1910 y 1911.Colección Rauner Responsabilidad del Gobierno¿Qué tanto tuvo que ver el Gobierno chileno? “Fue cómplice en cuanto guardó silencio”, responde el investigador. Para empezar, todas las matanzas y denigraciones se realizaron cuando Chile ya había conseguido su independencia y autonomía en 1818. Después, fue el Gobierno del presidente José Manuel Balmaceda el que le entregó una concesión gratuita a los católicos. Además, ya en el siglo XX, desde las altas esferas se perpetuó esta inferiorización de los fueguinos con el caso en 1940 de Lautaro Edén Wellington (Terwa Koyo era su nombre original). Se traba de un niño que con 10 años fue llevado por la fuerza aérea chilena desde Puerto Edén hasta Santiago , con el propósito de que se educara en la Escuela de Especialidades y, una vez formado, regresará a su comunidad para “civilizar” a lo que quedaba de su etnia.
También es cierto que la diplomacia chilena consiguió repatriar en 1890 a los selk’nam capturados por el belga Maitre. Del mismo modo, a principios de octubre de este año, gestionó la entrega del cráneo de un hombre selk’nam por parte del Museos Lübeck a una delegación de Tierra del Fuego que pidió que se enterrará en un cementerio de Berlín. Los “onas”, como los llamaron los antropólogos del siglo XIX, se creían extintos pero el Estado los volvió a reconocer en el 2023. Según el censo de 2017, existen 1.144 personas que se autorreconocen como selk’nam’; en 1880 eran 3.500, de acuerdo al libro. En cuanto a los yaganés son 1.600, mientras que hace dos siglos eran 2.500. El libro no ofrece datos de los kawésqar, pero se estima que ahora son 250 que solo hablan español. “Es una herida abierta. Una restitución lenta de derechos”, reconoce Marín. Un largo camino para que finalmente sus huesos descansen.
De: Felipe Portales <lfportales@gmail.com>
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