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Romería a 59 años de la Matanza de la Caro que originó La Carta de Violeta Parra
La matanza en la José María Caro | Lo Espejo
En esta fecha, cuando se recuerda a los pobladores asesinados y heridos de la Población José María Caro, la Municipalidad de Lo Espejo realizará, este viernes, una Romería de la Memoria.
“La Carta dice el motivo que ha cometido Roberto, haber apoyado el paro que ya se había resuelto. Si acaso esto es un motivo, presa también voy sargento…”. Esas fueron parte de las palabras que Violeta Parra escribió, mientras vivía en Francia, luego que su hermano, Roberto Parra, le enviara una carta relatando, desde la cárcel, lo sucedido el lunes 19 de noviembre de 1962 en la Población José María Caro. Esa historia que caló en la cantautora, la impulsó a escribir una de sus más celebres obras: La Carta.
Han pasado 59 años desde la Matanza. La dramática historia que se vivió en la línea ferrocarril de la Población José María Caro, Comuna de Lo Espejo, dejó a seis personas asesinadas y casi un centenar de personas heridas, entre ellas niños y niñas, en el contexto de un Paro Nacional convocado por la Central Única de Trabajadores (CUT), contra el reajuste salarial del 15% propuesto por el entonces presidente Jorge Alessandri. Los representantes de los trabajadores exigían, a diferencia de la oferta del Ejecutivo, 50% de aumento.
Al no llegar a acuerdo, distintos gremios de trabajadores decidieron parar sus actividades, ese 19 de noviembre, generando, entre otras acciones, el corte de la línea férrea entre las calles 7 Sur y Santa Anita, en José María Caro, para evitar que pasara el tren. Los maquinistas empresa de ferrocarril fueron los únicos que no adhirieron a la movilización.
Antes de las 12:30, llegó al lugar un contingente proveniente de la Escuela de Infantería de San Bernardo y del Grupo 10 de la Fuerza Área, quienes, tratando de dispersar a los trabajadores, dispararon sin control contra los pobladores. En ese lugar estaba, también, Roberto Parra, vecino de Lo Espejo, en aquella época.
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Posteriormente, Parra fue duramente golpeado y detenido. En el lugar murieron cinco personas, uno de ellos un padre que fuera buscar a sus hijos, que corrieron a ver lo que estaba pasando. Una joven de 16 años recibió un impacto de bala mientras se encontraba en su casa, y la sexta persona asesinada murió al otro día, en el Hospital Barros Luco. Los informes policiales darían cuenta que hubo cinco mil manifestantes, número que, según ellos, habría sido el motivo para proceder de forma brutal. Sin embargo, los relatos de prensa confirman que no fueron más de 700 personas.
En el libro La Caro, un relato desde la solidaridad, la organización y la esperanza (1959-1970), de Orlando Gálvez, se rescatan algunos testimonios de la Matanza. Quienes vivieron esa jornada calificaron lo sucedido como “un infierno de sangre y fuego”. Los hechos jamás fueron esclarecidos por la Justicia. La investigación que en la época realizó la Fiscalía Militar, determinó que los asesinatos “no fueron consecuencia de delito” [¡¡¡!!!], cerrándose, así, un capítulo doloroso para la historia de los trabajadores y pobladores de José María Caro.
Los habitantes de la población de Lo Espejo recuerdan este acontecimiento, cada año, realizando diversas acciones reivindicativas para rescatar la memoria local. En un nuevo aniversario, la Municipalidad de Lo Espejo se suma a esta conmemoración, realizando la romería A 59 años de la Matanza de la Caro, mediante el circuito Las Estaciones de la Memoria.
La idea es realizar, a partir de las 18:00 horas., un recorrido por la calle Ferrocarril con 9 Sur, esquina Acapulco con Obispo Javier Vásquez y concluir en la Junta de Vecinos 29, en una actividad que estará encabezada por la alcaldesa de Lo Espejo, Javiera Reyes. Desde el Municipio, esperan la participación de la CUT y de diversas agrupaciones artísticas.
Frustra recibir convocatorias para eventos tan importantes como este sin ninguna anticipación… J.A.
La Matanza en la Población José María Caro
Dejamos con ustedes interesantes materiales sobre un suceso histórico que, pese a su increíble brutalidad, está escasamente presente en nuestra memoria colectiva. En primer lugar, un texto que entrega diversas reflexiones sobre la violencia política del Estado chileno contra la comunidad que habita su territorio. Luego, un documento en PDF y un documental sobre la Matanza en la Población José María Caro, ambos materiales generados de forma autogestionada, por habitantes actuales de ese territorio.
Metiendo Ruido - 2 octubre, 2013
Matanza en la Población José María Caro
No deja de tener vigencia, por más que se repita y se repita, mencionar la vocación de exterminio colectivo que han desempeñado, históricamente, los Estados, alrededor del globo. El caso chileno no escapa de la norma, y es que absolutamente todos los aparatos estatales han instalado las relaciones sociales que los conforman a punta de violencia.
Aquí, en esta parte del mundo, ya se ha hecho un lugar común mencionar atrocidades cometidas por el Estado chileno durante el periodo republicano-oligárquico. En este sentido, podemos mencionar el genocidio de las poblaciones mapuche, llevado a cabo a fines del siglo XIX, y que ha sido denominado, cínicamente, “Pacificación de la Araucanía”.
Otro hecho, bastante nombrado, es la Masacre de la Escuela Santa María de Iquique, en donde una cantidad aún no determinada de obreros y sus familiares –niños, ancianos y mujeres– fueron asesinados [las cifras ascienden, fácilmente, a las centenas de asesinados y según, algunas fuentes, serían miles].
Sin embargo, más allá de estas masacres –que son las más recordadas, en nuestra historia– existen bastantes más casos, que podríamos nombrar. Primero, tenemos las matanzas realizadas a principios de siglo, en virtud de las huelgas obreras de 1903 y 1905, que fueron la antesala de los sucesos de Iquique. Por otro lado, tenemos un hecho –mucho menos mencionado que los anteriores– que es denominado Matanza de Ranquil. Hecho histórico, ocurrido en 1934, en el cual, según fuentes conservadoras, fueron asesinados al menos una centena de campesinos e indígenas, que se habían sublevado en contra de sus patrones, en una zona de la Novena Región, La Araucanía.
Por último, me gustaría nombrar los diferentes hechos de violencia ocurridos en los años 60, en la región chilena. Esta década se caracterizó por la serie de revueltas, huelgas y movimientos que, como todos bien sabemos, desembocaron en el gobierno de Allende.
Niño herido durante la represión en la Población José María Caro
Esta agitación, por supuesto, no quedó sin respuesta del Estado. Es así como encontramos durante ese período, la Masacre de la Población José María Caro (1962), la masacre de obreros en la mina El Salvador (1966) y la matanza de pobladores de Pampa Irigoin, en Puerto Montt (1969).
La que nos convoca aquí es la primera, sucesos ocurridos en la población santiaguina José María Caro, actualmente en la Comuna de Lo Espejo. Es necesario entender el contexto en que se desarrolla tal hecho y, también, los actores que la protagonizaron. Por aquellos años, las poblaciones crecían a lo largo de todas las ciudades grandes del País, a consecuencia de la industrialización, que venía produciéndose desde fines de los años 30, principalmente. Destacan, aquí, los años 60, cuando importantes masas de población rural engrosaron el número de aquellos que llegaban a la ciudad, en busca de oportunidades. Es así como un nuevo actor político surge en este escenario: el poblador. Historiadores –como Mario Garcés– han estudiado estos procesos y este actor social. A diferencia de los años 20, en donde los pobres ocupaban los famosos conventillos, ahora los pobres se asentaban en tomas de terreno ilegales, donde levantaban sus moradas, sin ningún tipo de necesidad básica satisfecha. Es así como se fue conformando el movimiento de pobladores que intentó, a base de la auto-organización y el apoyo de las organizaciones de izquierda de la época, lograr tener una vida más digna. Una de estas poblaciones era la José María Caro, la misma en que ocurre la Masacre.
Los hechos en cuestión se desarrollaron el 19 de noviembre de 1962, en el contexto de una protesta nacional convocada por la CUT [como dijimos, los años 60 se caracterizaron por este tipo de protestas masivas]. En el marco de esta convocatoria, los pobladores de `la Caro´ se manifestaron cortando la línea del tren, que quedaba próxima a sus casas. El Gobierno envió a los militares que, luego, de enfrentamientos con los pobladores, actuaron salvajemente, disparando sus fusiles. Según los periódicos de la época, así como la investigación que presentaremos a continuación, los muertos serían seis y los heridos algunas decenas. La cantautora Violeta Parra escribiría el tema La Carta1, después de recibir una que relataba los hechos por los que tuvo que pasar su hermano, arrestado en la manifestación.
A
continuación, dejamos con ustedes dos materiales que ayudan a
reconstruir la historia de este suceso. Ambos están construidos no desde
la Academia, sino desde la inquietud de habitantes actuales de aquella
población, los cuales –de forma autodidacta y autogestionada–
construyeron estos materiales sobre el hecho histórico en causa. Más
allá de compartir todos las formas y contenidos de las opiniones
vertidas en los materiales, se valora la elaboración autogestionada de
los mismos, así como el ímpetu por reconstruir nuestra memoria
histórica, más que desde la Academia, desde los propios actores
sociales.
1 Me mandaron una carta
por el correo temprano
y en esa carta me dicen
que cayó preso mi hermano
y sin lástima con grillos
por la calle lo arrastraron, sí.
La carta dice el motivo
que ha cometido Roberto
haber apoyado el Paro
que ya se había resuelto
si acaso esto es un motivo
presa también voy sargento, sí.
Yo que me encuentro tan lejos
esperando una noticia
me viene a decir la carta
que en mi patria no hay justicia
los hambrientos piden pan
plomo les da la milicia, sí.
De esta manera pomposa
quieren conservar su asiento
los de abanicos y de frac
sin tener merecimiento
van y vienen de la iglesia
y olvidan los mandamientos, sí.
Habrase visto insolencia
barbarie y alevosía
de presentar el trabuco
y matar a sangre fría
a quien defensa no tiene
con las dos manos vacías, sí
La carta que he recibido
me pide contestación
yo pido que se propague
por toda la población
que el León2 es un sanguinario
en toda generación, sí.
Por suerte tengo guitarra
para llorar mi dolor
también tengo nueve hermanos
fuera del que se engrilló
los nueve son comunistas
con el favor de mi Dios, sí.
2 Referencia a Arturo Alessandri Palma –presidente en 1920/1925 y 1932/1938, responsable de varias grandes masacres, apodado ‘El León de Tarapacá’–, padre de Jorge Alessandri Rodríguez
Investigación sobre la Matanza, a cargo de Cesar Aedo Parra
► La Carta, Violeta Parra
https://www.youtube.com/watch?v=NUAfWKLX438
Condenan a ex agentes de la CNI por falsos enfrentamientos
- 19 noviembre. 2021
La Corte de Apelaciones de Santiago condenó a 23 ex agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI) por su responsabilidad en los homicidios calificados de Alejandro Salgado Troquián y Hugo Ratier Noguera, ocurridos el 7 de septiembre de 1983, en un falso enfrentamiento, en Calle Janequeo, de la Comuna de Quinta Normal.
En la sentencia (rol 4.741-2019), la Tercera Sala del Tribunal de Alzada –integrada por la ministra Verónica Sabaj y los ministros Alejandro Aguilar y Rodrigo Carvajal– confirmó la condena a 15 años y un día de presidio como coautores para los agentes José Aravena Ruiz, José Salas Fuentes, Luis Arturo Sanhueza Ross, Egon Barra Barra, Jorge Vargas Bories, Norman Jeldes Aguilar, Fernando Rojas Tapia, Manuel Morales Acevedo, Sergio Canals Baldwin y José Vidal Veloso.
Asimismo, se ratificó la decisión que ordenó a los ex agentes Raúl Méndez Santos, Rodolfo Olguín González, Ema Ceballos Núñez, Miguel Gajardo Quijada, Raúl Escobar Díaz, Rafael Ortega Gutiérrez, Luis Gálvez Navarro, Rosa Ramos Hernández, Francisco Orellana Seguel y Juan Carlos Vergara Gutiérrez purgar una pena de 10 años y un día de presidio, como cómplice de los ilícitos.
Por último, redujo a 17 años de presidio la condena a los agentes Aquiles González Cortés, Álvaro Corbalán Castilla y Robert Schmid Zanni.
La sentencia ratificó que las víctimas fueron asesinadas por agentes de la CNI en una operación ejecutada como represalia por el homicidio del Intendente de la Región Metropolitana de la época, general Carol Urzúa Ibáñez, cometido el 4 de septiembre de 1983.
Que, con el análisis de la información obtenida fruto de los seguimientos, identificaciones y detenciones de los integrantes del movimiento de izquierda revolucionaria (MIR) que habían ingresado clandestinamente al país desde el año 1978 en el concierto de la llamada ”Operación Retorno”, personal adscrito por virtud de diversos actos administrativos a la Central Nacional de Informaciones (CNI) determinó que Hugo Ratier Noguera correspondía al jefe militar de la referida organización, de tal suerte que era el responsable intelectual y organizador de todas las acciones armadas del movimiento de izquierda referido, en los últimos años, especialmente el atentado con resultado de muerte inferido al General Carol Urzúa Ibáñez, donde fueron asesinados, además, el cabo 1° Carlos Riveros Bequiarelli y el cabo 2° José Aguayo Franco, en tanto que se estableció, además, que Alejandro Salgado Troquián, también integrante del MIR, se desempeñaba como colaborador y custodio de Ratier Noguera.
A partir del mes de septiembre de 1983, en el curso de la investigación dirigida a determinar a los involucrados en el atentado terrorista con resultado de homicidio del mayor general de Ejército e Intendente Regional Metropolitano, Carol Urzúa Ibáñez, la CNI determinó que el hecho fue llevado a cabo por un comando del MIR, uno de cuyos integrantes correspondía a Jorge Palma Donoso.
En este contexto, el atentado sufrido por Urzúa Ibáñez tornó evidente una separación en la reacción frente al MIR en manos de los agentes de la CNI, de sus brigadas y colaboradores. De una parte, se investigaría, aprehendería y allanarían domicilios de los miembros del comando que interceptó y asesinó a Carol Urzúa y por la otra, se neutralizaría a la dirigencia militar del movimiento, a la que se atribuía la iniciativa y planificación de atentados desde el año 1978, especialmente el homicidio antes indicado de tres militares. De hecho, cada labor fue asignada a grupos distintos de la Brigada Azul: al grupo a cargo de José Aravena Ruiz se le encomendó seguir a Hugo Ratier Noguera, en tanto que, al equipo dirigido por Luis Sanhueza Ros, vigilar a Jorge Palma Donoso. Se bifurcaban de esta manera las acciones correspondientes a los blancos más representativos de cada categoría: intelectual versus material, sin perjuicio de la convergencia de ambas ramas para premunirse de la información necesaria y aunar fuerzas operativas.
A la izquierda Hugo Ratier Noguera y a la derecha Alejandro Salgado Troquián, ejecutados por miembros de los aparatos represivos del régimen de Pinochet
En lo que interesa a los sucesos de calle Janequeo, la bifurcación apuntada derivó en la diversificación de las estrategias para contrarrestar estas expresiones del MIR que había conseguido aislar el análisis de la información efectuado por la CNI. Respecto del referido comando subversivo representado por Jorge Palma Donoso, el propósito fue la detención, interrogatorio para la confirmación de las conclusiones a que se había llegado sobre los artífices intelectuales y derivación a la justicia militar. En relación con la llamada dirigencia militar del MIR atribuida a Hugo Ratier Noguera, el afán que movilizó a la CNI fue la eliminación de sus efectivos, cuyo epítome está dado por la intervención de la unidad especial adscrita a la brigada antisubversiva en Janequeo con su poder de fuego asociado a la acción de artillado conocido como la “base de fuego” al interior del Cuartel Borgoño.
Como era de costumbre, la prensa del poder económico (Las últimas Noticias y La Tercera), en complicidad con los aparatos represivos del régimen de Pinochet, completaban el montaje con publicaciones que daban crédito a las versiones “oficiales”.
En el sentido apuntado razonan los considerandos séptimo y centésimo décimo sexto de la sentencia en alzada, cuando expresan que la orden no fue la detención sino que llanamente la eliminación o asesinato de ambos sujetos, de tal suerte que no se trata de una orden del servicio ni una conducta correspondiente al ejercicio de atribuciones legítimas, sino que corresponde en todo a las dinámicas de la conformación de las conductas y refuerzos positivos o negativos que para su ejecución, se verifican al interior de un grupo o banda delictual, entre sus miembros. La base que aportaba la institucionalidad es aquí sólo el punto de partida desde donde se articulan relaciones que circundan el andamiaje institucional, pero dicho apoyo o sustento, no las conforma, siendo estas de orden puramente factico, captadas por las reglas de la división del trabajo de que se hacen cargo los preceptos atinentes a la codelincuencia y participación en sentido estricto, como se dirá.
Conviene apuntar desde luego que el otro andamiaje aportado por el Estado, ahora posterior al hecho, corresponde a los medios para asegurar la impunidad, primero de orden comunicacional como se ha expresado, pero especialmente, la oclusión sistemática de todo esfuerzo de averiguación de la verdad en sede judicial, indispensable para aplicar las normas jurídicas pertinentes, según latamente constató en sus reflexiones el fallo en alzada en sus motivos centésimo a centésimo séptimo. Es esta parte del pronunciamiento que se revisa, el sentenciador de primer grado desestima certeramente cosa juzgada opuesta como excepción y defensa de fondo, a favor de los acusados Gajardo Quijada; Morales Acevedo; Vargas Bories; Rojas Tapia; Schmid Zanni; Ceballos Núñez; Canals Baldwin; Aravena Ruiz; Ramos Hernández, Sanhueza Ros; Escobar Díaz y González Cortes.”, dice el fallo.
Agrega: Que, la decisión sobre el curso a seguir con cada segmento del MIR fue adoptada por Humberto Gordon Rubio, quien ostentaba a la época de los hechos la calidad de Director de la CNI, en tanto que la planificación del operativo estuvo en manos de Schmid Zanni, junto a Corbalán Castilla, quienes escrutaron los medios disponibles para las maniobras correspondientes y recabaron las aportaciones que, para dar forma al planeamiento general de asalto por tierra al recinto o casa de seguridad que albergaba a Hugo Ratier Noguera, ofrecieron los sentenciados Sergio Canals Baldwin y Aquiles González Cortes. Desde su especialización en operaciones antisubversivas y el conocimiento de la información sobre los potenciales blancos del ataque, Corbalán Castilla debió razonablemente interceder ante quienes debían contribuir con la determinación necesaria para activar el diseño de un plan de acción, esto es, Gordon Rubio y, obtenida la aquiescencia de este, Schmid Zanzi, sin perjuicio de cerrar el círculo con la venia de Canals Baldwin a fin de no soslayar su convergencia y disposición.
La sentencia que se revisa establece que tuvo lugar una reunión de coordinación el 6 de septiembre de 1983, en horas de la noche, a la que asistieron todos los miembros uniformados y civiles adscritos al Cuartel Borgoño de la División Metropolitana de la CNI. La actividad fue dirigida por Corbalán Castilla y González Cortes y en ella se informó sobre el operativo que debía verificarse al día siguiente. En este punto, la referencia a la detención de los blancos investigados y el allanamiento de sus domicilios, apuntó a situaciones claramente distinguibles, como se demuestra en las acciones que inauguraron la jornada del día siguiente, 7 de septiembre de 1983 –la detención de Jorge Palma Donoso, Susana Capriles Rojas y Rosa Juana Farías Ogaz– en contraste con aquellas ejecutadas a la clausura del día –los asaltos y muertes perpetrados en los domicilios de Fuenteovejuna y Janequeo.
Foto del documental Janequeo 5707. Realizado por Pedro Órdenes, publicado en esta nota.
En la referida sesión celebrada el día 6 de septiembre de 1983, se trabó un acuerdo de voluntades categórico, en el sentido que abarcaba claramente la comisión de un crimen, expresado bajo un plan global de acción para responder a las acciones armadas del MIR. A través de una respuesta con características bélicas, cada grupo o efectivo de las brigadas Azul, especial del Cuartel Borgoño de la CNI, y otros elementos convocados, debía aportar a la ejecución de este hecho, incluso mediante prestaciones no ejecutivas, pero relevantes bajo el esquema del plan, tanto porque unos aparecían mejor dispuestos para el combate antisubversivo, en el caso de la brigada especial a cargo de la base de fuego, como porque otros conocían físicamente a quienes debían ser vigilados y ultimados, tratándose de la Brigada Azul.
Así, acciones preparatorias fueron las vigilancias desde las 6:00 horas del día de los hechos a los blancos del ataque y el inmueble de Janequeo, la detención e interrogatorio de Jorge Palma Donoso, dirigido a confirmar el rol de Hugo Ratier Noguera en la dirigencia del MIR, el apostamiento del cerco de seguridad, y las comunicaciones que derivaron en acciones dotadas de sentido para la arquitectura del plan, esto es, labores que fueron efectuadas por personal de la Policía de Investigaciones vinculados a la CNI, consistentes en contribuir al cerco de seguridad y lanzar bombas lacrimógenas al interior de la casa de Janequeo con miras a condicionar el desplazamiento de los blancos.
Conviene precisar, como lo hace el fallo que se revisa en el párrafo final de su considerando septuagésimo primero que, por sus características y oportunidad, la acción de los efectivos de la Brigada Jaguar provenientes de la Policía de Investigaciones con cuartel en Av. Pajaritos, obedece a una confabulación previa. Consta la petición de apoyo efectuada por la CNI a fuerzas policiales y de inteligencia del Ejército y la Fuerza Aérea (desde donde aparece el conocimiento del testigo Valenzuela Morales de los hechos de Janequeo), quienes concurrieron al lugar de los hechos a prestar la contribución requerida, la que guarda correspondencia con una clase o categoría de operativo, consistente en el ataque a una suerte de fortificación enemiga, como todo indica que fue asumido el inmueble de Janequeo bajo el rótulo “casa de seguridad”, por el equipamiento con que llegaron, número de concurrentes y disposición que evidenciaron al apostarse en distintas posiciones, de vigilancia, asedio y asalto.
También, constituyen acciones no ejecutivas la mensajería radial dimanante de Aquiles González Cortes que indicaba o actualizaba las determinaciones más próximas o precisas del plan, como la oportunidad de concurrencia de los grupos, la conminación de no dejar a nadie vivo proferida en relación con el operativo de Calle Fuenteovejuna, seguida de la indicación de concurrir derechamente a Janequeo, manifiestamente indiciaria del designio adoptado previamente para este último recinto, dada la correspondencia del procedimiento empleado para ambos ataques. Otra manifestación de prestaciones no ejecutivas, funcionales al hecho planeado, corresponde a la presencia de Álvaro Corbalán Castilla, uno de los organizadores del plan delictivo, que actualizo constantemente la dirección que debían seguir los acontecimientos in situ, durante su desarrollo, marcando el compás de los eventos que lo conforman, llegando incluso a determinar cuando debía acribillarse a Alejandro Salgado Troquián mientras regresaba a la casa de Janequeo, a pocos metros de ella y dar lugar, en la ilación planeada, al ataque a la referida vivienda.
En el aspecto civil se confirmó la sentencia que condenó al Fisco a pagar indemnización a familiares de las víctimas.
Fuente de la información: Comunicaciones Poder Judicial de Chile
Documental Janequeo 5707, realizado por Pedro Ordenes
Sinopsis: Un niño sobrevive a un violento ataque de CNI, en 1983. En el operativo asesinaron a su padre y a un amigo de este, ambos militantes del MIR. El hecho fue descrito por los medios de comunicación como un “Enfrentamiento armado entre fuerzas de seguridad y delincuentes subversivos”. Hoy, 22 años después, el sobreviviente decide volver a Chile por primera vez para exigir justicia y tratar de cerrar un doloroso capítulo de su vida que ha soportado en silencio, hasta el día de hoy.
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Natalia Palma
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