martes, 8 de marzo de 2022

8 DE MARZO,2022.SIN LIBERACION DE LA MUJER NO HAY CAMBIOS NI REVOLUCION.

BOLETIN MIGUEL ENRIQUEZ.2022. 

8 DE MARZO.2022.

 

EL PODER CAPITALISTA PATRIARCAL IMPONE VIOLENCIA Y NEGACIÓN DE LOS DERECHOS DE LA MUJER.

En esta conmemoración del Día Internacional de la Mujer nos llega nuevamente el eterno recuerdo de las 129 heroínas que en 1910 murieron carbonizadas en una fábrica estadounidense en plena y digna lucha por mejores condiciones de trabajo, por el derecho a la organización, por su libertad como mujeres trabajadoras y como ciudadanas.

 

Ese hecho conmovedor ha servido de estandarte a las trabajadoras del mundo para levantar las demandas propias que permitirían superar la subordinación, la violencia y opresión que sufren las mujeres. Se ha constituido  en una referencia para expresar su justa y valiente rebeldía, construir conciencia sobre las causas de las desigualdades respecto a los hombres y presentar propuestas emancipadoras.

 

Vivimos una sociedad de grandes injusticias, discriminaciones y opresiones.  Estas son aún mayores si se ven en  la relación hombre-mujer, especialmente en temas como el acceso al empleo y a los ingresos, el derecho a la salud, la relación de poder en la familia y la sociedad,  la forma de participar en la política y el cruel despliegue de la violencia masculina y del poder constituido contra las mujeres.  De ahí la extraordinaria justeza de esta causa al compas de la lucha por liberación de todos los pueblos y de las clases y sectores explotados y excluidos.

 

Importa mucho por eso detenernos hoy -y siempre- en dos de las características de la sociedad dominicana: la opresión y la explotación de las mujeres:

 

1.       La opresión tiene sus raíces en un sistema capitalista plagado de desigualdades, que le da continuidad a una cultura machista que coloca a las mujeres en posición subordinada frente a los hombres, quienes abusivamente se asumen como propietarios de sus vidas y de sus cuerpos. Esa es la sociedad patriarcal que genera las distintas formas de violencia y exclusión (física, psicológica, económica) contra mujeres y niñas.,  

2.       La explotación se sustenta en la división sexual del trabajo y en el interés exclusivo del capital por la ganancia, generando y apropiándose de más riquezas en base al trabajo  desvalorizado de las mujeres y asignándoles de manera casi exclusiva a las mujeres  las tareas del cuidado de la familia y del hogar.

 

En la República Dominicana de hoy las mujeres viven múltiples formas de maltrato y de discriminación  que son tanto más graves y dolorosas cuando ellas son más pobres y han tenido menos oportunidades.

 

 

La lucha de las mujeres por la igualdad es… ¡cuestión de poder y contra ese poder hay que luchar!

 

¡A luchar de inmediato contra los feminicidios y por las tres causales!

 

¡ES IMPOSIBLE SER REVOLUCIONARIO/A SIN ABRAZAR LA LUCHA CONTRA LA OPRESIÓN PATRIARCAL!

 

Coordinación Central del Movimiento Caamañista-MC

 

8-03-2022, Santo Domingo, RD.

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¿Por qué se celebra el 8 de Marzo?

 

Cuatro hitos en la historia mundial marcan el Día Internacional de la Mujer: un levantamiento de mujeres rusas, una ocupación de trabajadoras neoyorkinas, una protesta de mujeres de Manhattan y una conferencia internacional de mujeres en Dinamarca.

Mujeres

Instituido por las Naciones Unidas desde 1975, el 8 de Marzo se celebra, desde entonces, como Día Internacional de la Mujer. Existen cuatro versiones sobre el origen de la conmemoración:

 

 La lucha de unas trabajadoras estadounidenses, en 1857. Decenas de obreras de la industria de telas del bajo Manhattan se lanzaron a protestar por las penosas condiciones de trabajo que tenían. La policía las enfrentó a macanazos. Muchas quedaron graves y algunas murieron.

 

Otra versión: una manifestación masiva de mujeres rusas, en 1917. Al tomar las calles de Petrogrado, precipitaron la Revolución. Se levantaron en contra de la guerra, que había causado la muerte de dos millones de soldados rusos. Cuatro días después de la manifestación masiva Por pan y paz –el 8 de marzo–, el zar fue obligado a renunciar y, con el Gobierno Provisional, las mujeres lograron el derecho al voto.

 

La tercera hace mención al grupo de obreras textiles que ocuparon una fábrica de New York Cork, en 1908, demandando un horario de 10 horas diarias que, hasta entonces, era de 16 horas. La respuesta de los dueños fue brutal y mandaron a quemar el local en que ellas estaban: 129 obreras murieron.

 

La última ubica el origen del 8 de Marzo en la Segunda Conferencia Internacional de las Mujeres Socialistas, en 1910, en Copenhague, Dinamarca. Allí, la alemana Clara Zetkin –integrante del Sindicato Internacional de Obreras de la Confección– demandó instituir el Día Internacional de la Mujer para reclamar los derechos políticos, civiles y económicos de todas las mujeres en el mundo. Zetkin propuso el 8 de marzo para conmemorar esas luchas.

 

Pactos mundiales que han adherido al Día Internacional de la Mujer

 

  • Conferencia Mundial de Derechos Humanos (Viena, 1993)

 

  • Conferencia Mundial de Población y Desarrollo (El Cairo, 1994)

 

  • Conferencia Mundial sobre la Mujer (Pekín, 1995)

 

  • Convención Internacional para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belém do Pará, 1994)

Capítulo 5: Mujeres Chilenas - La Historia Secreta de Chile 2 - YouTube

Mujeres Chilenas

La Historia Secreta de Chile

https://www.youtube.com/watch?v=gNJjckpARTg

En este 8 de marzo, abajo el capitalismo

María José Azócar - Doctora en Sociología. Investigadora de la Fundación SOL

Resultado de imagen de elDESCONCIERTO + Chile- 06.03.2022

En este 8 de marzo, abajo el capitalismo

Agencia Uno

 

Mientras la clase trabajadora experimentó todo este dolor, el 1% más rico, antes y durante la pandemia, ha seguido aumentando su riqueza a partir de la apropiación de salarios y pensiones, y el endeudamiento de la mayoría. Sin políticas públicas que transformen la relación de desigualdad entre el 1% más rico y la clase trabajadora, en el futuro a las personas no les quedará más que seguir insertándose en empleos informales, de baja calidad y viéndose forzadas a endeudarse para pagar deudas. Situación que adquirirá formas específicas de violencia contra las mujeres, madres a cargo de hogares monomarentales, mujeres de 60 años y más, y otros grupos marginalizados de la población.

 

Los movimientos feministas en Chile son variados, entre sí. A propósito de esta variedad, planteamos dos puntos importantes de tener en cuenta para quienes estamos interesadas en tener una conversación feminista anticapitalista, este 8 de marzo.

 

Primero, hay versiones del feminismo que lo reducen a un mero asunto de empoderamiento personal. Bajo esta perspectiva, el capitalismo se celebra como un sistema que ha dado la oportunidad a las mujeres para participar en el mercado laboral y, con ello, ganar independencia personal. Sin embargo, como lo han documentado décadas de investigación feminista, los efectos del capitalismo son siempre contradictorios y el desafío está en entender cómo las jerarquías sociales operan, combinadamente, para sostener esas contradicciones.

 

Por ejemplo, en los años 80, compañías exportadoras en Chile contrataron a muchas mujeres en sus empresas de packing. Si, bien, estos empleos fueron (y siguen siendo) altamente precarizados, las trabajadoras ganaron cierta independencia económica y accedieron a bienes que les permitieron contribuir al bienestar de sus familias y barrios.

 

Al mismo tiempo, las mujeres trabajadoras se vieron expuestas a nuevas formas de violencia, como el acoso laboral y sexual de sus supervisores. La conclusión que se deriva de esto no es que el capitalismo es bueno para las mujeres o que las mujeres son siempre unas pobres víctimas pasivas del patriarcado. El punto está en mostrar cómo el capitalismo se interrelaciona con el patriarcado: el primero usa las jerarquías de género para precarizar aún más a sectores de la clase trabajadora, con bajos sueldos y empleos de mala calidad; el patriarcado, por su parte, toma ventaja de los nuevos negocios capitalistas para violentar a los cuerpos feminizados y ponerlos en su lugar. Capitalismo y patriarcado, entonces, se dan fuerza mutua, se co-construyen.

 

Un segundo problema es que hay versiones del feminismo que toman nota de la diversidad de experiencias de las mujeres para, luego, renunciar a una crítica estructural al capitalismo. Desde esta perspectiva, se reconoce que las dinámicas opresoras del patriarcado no funcionan para todas las mujeres por igual (dependen de la clase, edad, raza, sexualidad, estatus migratorio, etc.). El problema es que algunos feminismos, en vez de usar esta mirada compleja de la realidad social para entender cómo funcionan las relaciones de explotación, terminan armando un ránking de opresiones entre mujeres.

 

Un ejemplo de esto último es cuando los gobiernos quedan satisfechos con diseñar políticas públicas para entregar bonos a mujeres empresarias de regiones o bonos por hijes a mujeres mayores de 60 años. La lógica detrás de estos programas “con sensibilidad de género” es que una mujer en el extremo sur está más oprimida que una mujer santiaguina o que una mujer madre de 60 años está más oprimida que una mujer no-madre de esa edad. El gran peligro de estos ránkings de opresiones es que, por una parte, terminan reproduciendo una lógica de competencia capitalista, pues se espera que grupos desventajados compitan entre ellos, por recursos escasos. Por otra parte, los ránkings de opresiones refuerzan una conceptualización escalatoria de las clases sociales (un grupo tiene más que el otro) en vez de comprender a las clases sociales como una relación (un grupo existe con relación a otro). En otras palabras, unos pocos en Chile (en su mayoría hombres hetero-cisgénero) han acumulado riqueza sobre las espaldas de la clase trabajadora y este proceso de acumulación ha tomado formas específicas de violencia para el caso de las mujeres (madres y no-madres) y otros segmentos de la población que no han tenido acceso a sus mismos recursos, oportunidades y privilegios.

 

Teniendo las alertas de estas dos formas de cooptación del feminismo (reducirlo a un asunto de empoderamiento personal y de ránking de opresiones entre mujeres), a continuación proponemos una reflexión que pone al centro las desigualdades de clase para entender cómo el impacto de la pandemia tomó formas específicas de violencia sobre algunas mujeres trabajadoras.

 

Empobrecimiento de una clase trabajadora ya precarizada

 

Según datos de CASEN [Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional], la pandemia golpeó duramente a la clase trabajadora en Chile. Si en el año 2017 la pobreza medida por ingresos laborales y pensiones contributivas llegaba a 29,4%; al año 2020 llegó al 39,9% (Fundación SOL, 2021). Recordemos que en nuestro país la mayoría de la población está endeudada, tiene bajos salarios y empleos precarios. En este crudo contexto, los niveles de pobreza fueron mucho más marcados para las mujeres, ya que, en su caso, la pobreza fue 42,2% en el año 2020 y, para el caso de los hogares monomarentales (hogares donde sólo vive la madre con sus hijos, hijas e hijes; y un hogar monoparental es un hogar donde vive el padre con sus hijes, hijas e hijos), la pobreza fue 55,8% (versus 34,1% de pobreza para el caso de los hogares monoparentales).

 

Otra forma de ver cómo golpeó la pandemia en los sectores más precarizados de una clase trabajadora ya precarizada es examinando la situación de las personas en edad de jubilar. La tasa de ocupación de este grupo venía, sostenidamente, al alza desde mucho antes de la pandemia. No podía ser de otra forma en un país que entrega pensiones bajo el salario mínimo. Entre los años 2019 y 2020 la tasa de ocupación de las personas en edad de jubilar se redujo 8,6 puntos porcentuales, recuperándose en sólo 2,1 puntos porcentuales el año 2021 (mientras que la recuperación promedio nacional fue de 4,3 puntos). Dentro de los empleos recuperados, las mujeres de 60 años y más tienen cifras más altas de recuperación de empleos informales (62% de las mujeres de 60 años y más se emplearon en trabajos informales el año 2021), es decir, recuperaron empleos que en su mayoría son de bajos salarios y sin un piso mínimo de seguridad social.

 

Mientras la clase trabajadora experimentó todo este dolor, el 1% más rico, antes y durante la pandemia, ha seguido aumentando su riqueza a partir de la apropiación de salarios y pensiones, y el endeudamiento de la mayoría. Sin políticas públicas que transformen la relación de desigualdad entre el 1% más rico y la clase trabajadora, en el futuro a las personas no les quedará más que seguir insertándose en empleos informales, de baja calidad y viéndose forzadas a endeudarse para pagar deudas. Situación que, como hemos visto, adquirirá formas específicas de violencia contra las mujeres, madres a cargo de hogares monomarentales, mujeres de 60 años y más, y otros grupos marginalizados de la población.

 

Para la conmemoración de este 8 de marzo 2022, proponemos que un paso inexcusable para hacer realidad un futuro feminista es terminar con la explotación de unos pocos sobre la mayoría. La clase trabajadora, en su conjunto, debe contar con salarios mínimos dignos, empleos de calidad con seguridad social y con garantías de derechos como la huelga, sindicalización y negociación colectiva. Sólo así será posible transformar las combinadas jerarquías de poder que hacen al capitalismo un sistema explotador y opresivo contra grupos sociales históricamente precarizados, como, por ejemplo, las mujeres.

 

Author

 

Vida y obra de Eleanor Marx

 

Harrison Fluss y Sam Miller

Traducción: Valentín Huarte

Principal- 21/01/2022

 

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Eleanor Marx a los 18 años, en 1873.

 

Debemos recordarla y celebrarla como la mujer luchadora que fue, como una verdadera pionera del marxismo feminista

 

Nacida el 16 de enero de 1855, Eleanor Marx fue la hija menor de Karl y Jenny Marx. Fue una precursora del feminismo socialista y una de las dirigentes políticas y sindicales más importantes de Gran Bretaña. Eleanor militó sin miedo, cautivó a multitudes con sus discursos, sostuvo siempre la fidelidad a sus camaradas y a su familia y se convirtió en una teórica política brillante. Y no sólo eso: también, defendió con firmeza los derechos de los niños, hizo traducciones destacadas de clásicos de la literatura europea, estudió la obra de Shakespeare durante toda su vida y fue una actriz apasionada.

 

Desafortunadamente, hoy casi nadie conoce la historia de sus infatigables esfuerzos por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, especialmente de las mujeres.

 

«Avanzar»

 

Cuando Eleanor nació, los Marx vivían en la extrema pobreza. Confinadas en un pequeño y ruinoso departamento de Soho (Londres), la familia y su criada —Lenchen— apenas llegaban a fin de mes. Una serie de infortunios pesaban sobre su existencia material. Los padres de Eleanor sufrían los estragos de la represión política y del exilio, nadaban en deudas y padecían enfermedades crónicas. A esa altura, habían perdido dos hijos —Guido y Franziska— y perderían uno más, Edgard, que murió a los ocho años, cuatro meses después de que naciera Eleanor.

 

Pero, todas las carencias materiales eran compensadas por la cultura intelectual del hogar. El padre y la hija menor desarrollaron un vínculo especial, en torno a la lectura apasionada, el comentario de las obras de Shakespeare y el precoz interés que mostró Eleanor por la política. En las cartas que escribía de niña a su tío, Lion Philips, discutía la opresión nacional de Polonia, el destino de Blanqui [Louis Auguste Blanqui Comunista utópico francés, descollante revolucionario; participó en las revoluciones de 1830 y 1848, fue condenado dos veces a la pena capital, pasó en la cárcel casi la mitad de su vida. 1805/1881] como preso político y su simpatía por Abraham Lincoln.

 

En cierto momento, dado su amor por los gatos, los padres de Eleanor empezaron a llamarla ‘Tussy’ —que rimaba con pussy cat— y el apodo terminó imponiéndose. La joven tenía una personalidad aventurera, cultivada en la lectura de las novelas de James Fenimore y Cooper y en los relatos marinos del capitán Marryat. Coleccionaba estampillas con avidez y cuidaba a todas las mascotas de la familia.

 

A la joven Marx no le gustaba la escuela. A diferencia de sus hermanas, no duró mucho en el colegio de mujeres de South Hampstead. Tussy fue atea desde muy joven, y era reacia al enfoque parroquial y patriarcal de la Institución, que formaba a las mujeres en la corrección y la obediencia.

 

Aunque dejó la escuela, Tussy no dejó de tener una educación de primera. La atmósfera intelectual de su hogar era más que suficiente, y Friedrich Engels y Lizzy Burns, su compañera irlandesa, tuvieron una influencia mucho más profunda en Eleanor que las señoritas del South Hampstead. El ‘tío Ángel’ —como la joven llamaba a Engels— enviaba libros para discutir y Lizzy Burns brindaba educación práctica en Historia y Política. Burns pertenecía al movimiento republicano irlandés y convirtió a Tussy en una hermana feniana [Término que se utiliza desde los años 1850, para nacionalistas irlandeses que se oponían al dominio británico de Irlanda]. Eleanor compraba el Irishman, prensa nacionalista, y se ataba el pelo con cintas verdes, en señal de apoyo a la causa republicana.

 

Liberarse

 

Después de la derrota de la Comuna de París, en 1871, la casa Marx se llenó de refugiados políticos franceses. Entre los exiliados estaba Hyppolyte Prosper-Olivier Lissagaray, uno de los comuneros más destacados. Aunque se convirtió en el primer amor de Tussy, el padre de la joven desaprobó la relación. Sus otras dos hijas se habían casado con revolucionarios franceses sin carreras estables y Marx no quería que sucediera, otra vez, lo mismo.

 

Pero, Marx también estaba actuando de manera egoísta: en esa época dependía mucho de Eleanor, tanto en términos intelectuales como emocionales, y eso terminó atentando contra la independencia de su hija. Eleanor no sólo se desempeñaba como su investigadora asistente, trabajando duramente en el British Museum, sino que Marx parecía vivir en parte a través de ella. Es conocida su confesión: «Jennychen se parece bastante a mí, pero Tussy es idéntica».

 

Eleanor no quería ser la hija ama de casa. A los dieciocho años, rompió con sus padres y se mudó a la costa de Brighton. Siendo una mujer con poco dinero y casi sin educación formal, no debe haber sido una definición fácil. Eleanor todavía salía con Lissagaray —conocido como ‘Lissa’—, y lo ayudó a editar y traducir al inglés su historia de la Comuna de París, mientras buscaba trabajo como docente, para mantenerse.

 

Tussy se esforzaba para mostrarles a sus padres que podía valerse por sí misma. Finalmente, consiguió un cargo en un seminario para mujeres jóvenes en Sussex Square. Ella y Lissa hacían largas caminatas por la costanera, y, como dice Rachel Holmes, biógrafo de Eleanor, pasaban el tiempo «saboreando pescados y papas fritas, anguilas, almejas y buccinos en el muelle, fumando un cigarrillo atrás de otro, conversando y debatiendo sus lecturas». Según sus amigos y vecinos, Lissa era el prometido de Eleanor.

 

Pero, la declaración de independencia no duró mucho. Sus padres estaban preocupados, porque los «esponsales» permitirían que la pareja caminara libremente en público y participara de actividades restringidas tradicionalmente a los matrimonios. Karl y Jenny querían que Tussy volviera a casa y se alejara de su amante. Eleanor se resistió, pero los Marx insistieron y terminaron ganando: Eleanor abandonó su cargo docente y volvió al hogar de sus padres, en Modena Villas.

 

Se deprimió y su resentimiento se transformó en una anorexia. Marx estaba aliviado porque su secretaria favorita estaba de nuevo a su lado, pero ella, en realidad, sufría enormemente la actitud posesiva y dominante de su padre.

 

Sin embargo, incluso en medio de ese tormento, la actuación, el teatro y las artes siguieron siendo una fuente consistente de alegría. En 1877, Eleanor fundó el Dogberry Club, bautizado en honor al torpe personaje de Mucho ruido y pocas nueces de Shakespeare y, también, se unió a varias sociedades literarias dedicadas al Bardo [En la antigua Europa, era encargado de transmitir las historias, leyendas y poemas, oralmente, además de cantar las historias de sus pueblos, en largos poemas recitativos] y a Percy Bysshe Shelley. Se había convertido en una excelente traductora y su versión de Emma Bovary, de Flaubert, reinó sobre todas las otras ediciones inglesas, hasta los años 1950.

 

A los veinticinco años, Eleanor perdió a su madre. El compromiso inquebrantable de Jenny Marx jugó un rol fundamental en la formación socialista y feminista de Eleanor. La vida de Jenny fue bastante dura y ella no quería que su hija sufriera las mismas adversidades.

 

Tres años después, Jennychen, hermana mayor de Eleanor, murió de un cáncer de vejiga, y Karl murió de bronquitis y pleuritis. Eleanor colaboró con la conservación del legado de su padre, escribiendo una de sus primeras biografías y continuando su lucha por el comunismo internacional. Con el tiempo, empezó a enfatizar la liberación de las mujeres, los derechos de los niños y el activismo sindical.

 

Poco tiempo después de la muerte de su madre, Eleanor terminó, oficialmente, su relación con Lissa. La Tercera República había concedido la amnistía de los excomuneros, y Eleanor, a diferencia de sus hermanas, no siguió a su revolucionario parisino camino a casa. Pronto conocería al hombre con el que —para bien o para mal— pasaría el resto de su vida.

 

La cuestión de la mujer

 

Eleanor conoció a Edward Aveling en la Sala de Lectura del British Museum, centro de encuentro de intelectuales socialistas y librepensadores, incluidos ciertos exmiembros de la Sociedad Fabiana, como Beatrice Webb y George Bernard Shaw. Aveling, profesor de ciencias y laicista, popularizó las ideas de Charles Darwin y el ateísmo. Sus manuales de ciencias tuvieron muy buena recepción y tenía cierta facilidad para la poesía y el teatro. Eso atrajo a Eleanor y los enamorados rápidamente, empezaron a presentarse entre sus amigos como marido y mujer, aun cuando nunca se casaron legalmente.

 

Eleanor y Edward tenían mucho en común: su amor por el teatro y su compromiso con el socialismo y, también, compartían ideas sobre el concepto de amor libre, que definían como la capacidad de amar a quien uno quisiera. Edward llevó esta noción a límites bastante hipócritas y tuvo muchas aventuras a espaldas de Eleanor. Mientras ella proveía económicamente a la familia, Aveling acumulaba deudas con sus muchas —y, con frecuencia, jóvenes— amantes. De hecho, el donjuanesco personaje de Louis Dubedat, que aparece en El dilema del doctor de Bernard Shaw, está inspirado en Edward.

 

En 1886, la pareja colaboró en la redacción de La cuestión de la mujer, aunque lo cierto es que el grueso del trabajo salió de la pluma de Eleanor. El principal argumento del texto es que los hombres y las mujeres deben trabajar codo a codo, para superar la opresión de las mujeres, y que la liberación femenina es una condición necesaria del socialismo. Las cuestiones vinculadas al género, al matrimonio y a la vida cotidiana de las mujeres bajo el capitalismo no debían ser ajenas al Materialismo Histórico, pues son esenciales a su objeto.

 

Contra el puritanismo victoriano reinante, Eleanor planteaba, sin ambages, la necesidad de una verdadera educación sexual:

 

A medida que nuestros niños y niñas crecen, todo lo concerniente a las relaciones sexuales se vuelve algo misterioso y vergonzoso. Por ello, se genera al respecto una malsana curiosidad. El espíritu se concentra excesivamente en el tema, durante mucho tiempo queda insatisfecho o no satisfecho del todo y, así, termina desarrollando una condición mórbida. Nuestro punto de vista es que los padres y los hijos deben hablar de los órganos sexuales con la misma franqueza y libertad con la que hablan del aparato digestivo. Oponerse a ello no es más que la manifestación de un prejuicio vulgar contra la enseñanza de la Fisiología.

 

Eleanor no criticaba ni denunciaba la lucha de las feministas de clase media por el sufragio. En su análisis, las mujeres de clase media se habían convertido en proletarias de sus propios hogares, relegadas como estaban frente a sus esposos. Sin embargo, Eleanor argumentaba que los derechos de las mujeres sin lucha de clases siempre serían limitados, y que el feminismo de clase media estaba más interesado en competir con los hombres que en liberar del capitalismo a la clase obrera.

 

También, afirmaba que es imposible eliminar la desigualdad entre los géneros de la estructura del capitalismo, pues aquella desigualdad es la que hace a este último posible. Los patrones sacan provecho de las divisiones entre hombres, mujeres y niños para mantener los salarios bajos y las ganancias elevadas. En otros términos, los capitalistas tienen un incentivo material para ser patriarcales y sexistas, y los hombres y las mujeres deben unirse en los mismos sindicatos y organizaciones para luchar contra los patrones.

 

Eleanor no creía en los roles de género prestablecidos. En sus propias palabras, «la ‘vocación natural’ de las mujeres es tan inexistente como la ley natural de la producción capitalista, o el límite natural del valor producido por los obreros que debe volver a ellos en calidad de medios de subsistencia». Muchas de sus ideas siguen siendo radicales, hasta el día de hoy.

 

La activista

 

Eleanor Marx no luchó por el socialismo como idea teórica, sino como realidad práctica. Estaba completamente comprometida con el internacionalismo y, en 1884, abandonó la Federación Socialdemócrata (SDF) tras el giro nacionalista de la organización, que la llevó a poner el eje en los obreros británicos, a expensas de sus hermanos y hermanas de todo el mundo. En oposición a H. M. Hyndman, dirigente de la SDF de miras oportunistas y parlamentaristas, Eleanor y Edward fundaron, junto a William Morris, la Liga Socialista. En 1897, tras fracasar en su táctica de transformar el Partido Laborista Independiente, abiertamente cristiano y reformista, en una organización marxista, Eleanor volvió a la SDF para trabajar en la construcción de un frente antimperialista contra las políticas que Gran Bretaña imponía en Sudáfrica y en la India.

 

Eleanor participó en muchas huelgas obreras británicas. Se desempeñó como educadora, activista y portavoz, pero también realizó tareas menos glamorosas, vinculadas con el trabajo de oficina y el papeleo. Dirigió la huelga portuaria de Londres, que logró parar, efectivamente, el transporte marítimo de la ciudad, la huelga gasera de Silvertown, donde recibió el apodo de ‘Vieja Fogonera’, y la huelga de las de los peladores de cebolla, en el marco de la que logró sindicalizar a cuatrocientas mujeres.

 

Rachel Holmes describe los efectos que tuvo su intervención en este último caso:

 

«Fijaron los términos de la jornada laboral de ocho horas y un salario mínimo, mejoraron las condiciones de trabajo y conquistaron el derecho a huelga. Crosse & Blackwell no fueron capaces de satisfacer la demanda de los minoristas durante una semana entera. La dirección trató de sobornar a las mujeres con aumentos de salarios selectivos y, cuando la desesperación llegó a su límite, empezaron a prometer cerveza gratis para todos los empleados. Todas las ofertas fueron rechazadas; los peladores ganaron».

 

Estas huelgas allanaron el camino del movimiento obrero británico moderno. Eleanor y Edward también acompañaron a Wilhelm Liebnecht a observar las condiciones laborales de los EEUU, donde se la joven Marx se convirtió en una partidaria apasionada de los anarquistas de Haymarket, que en ese momento estaban siendo juzgados en Chicago, y los defendió de las acusaciones falsas por atentados que les imputaba un sistema legal injusto. El activismo de Tussy era intrépido y resuelto, y nunca perdió de vista su objetivo final: emancipar a la clase obrera.

 

Muerte y legado

 

En el lecho de muerte de Engels, Eleanor y su hermana Laura se enteraron de que Karl era el padre de Freddy Demuth, hijo concebido por Lenchen, la criada de los Marx. Engels había asumido la paternidad para salvar a Marx de la deshonra. Edward Aveling también se enteró de la novela y muchos biógrafos de Eleanor especulan con que utilizó la información para extorsionar a Freddy y a Eleanor, a cambio de dinero.

 

Eleanor terminó descubriendo las mentiras y los engaños de Edward, entre los que figuraba el hecho de que nunca había querido divorciarse de su primera esposa, porque deseaba heredar su dinero. En realidad, seguía junto a Eleanor por el mismo motivo: quería su herencia, que incluía todo el legado de Engels y el control sobre las obras de Marx.

 

La decepción de Eleanor tocó nuevos límites cuando se enteró de que Edward se había casado, en secreto, con Eva Frye, una de sus jóvenes estudiantes. La noticia llegó poco después de que Eleanor pasara muchos meses cuidando a su compañero de una enfermedad de los riñones. Durante décadas, sus amigos y su familia habían advertido a la joven Marx que Edward no la merecía —era mentiroso, infiel y manipulador—, pero Eleanor había decidido permanecer a su lado y concentrarse en su actividad política.

 

Con tantos golpes amorosos, sumados a la muerte de Engels y a la verdad sobre su hermano Freddy, Eleanor inició una espiral descendente. Según Holmes, Edward: prometió casarse con ella cuando su esposa legal muriera; prometió que tendrían hijos cuando llegara el momento adecuado; decía, constantemente, que proveería la mitad correspondiente de sus ingresos, cuando una de sus obras académicas o teatrales tuviera éxito.

 

Pero, tantas promesas falsas y mentiras terminaron pasándole factura a Tussy. El 31 de marzo de 1898, Eleanor Marx fue encontrada sin vida. La causa: ingesta de cianuro. Se especuló mucho con el tema: ¿fue un suicidio o un asesinato? Sea como sea, no cabe duda de que Edward Aveling siempre había abusado de ella.

 

Sin embargo, no es eso lo que debemos recordar de Eleanor Marx. Debemos recordarla y celebrarla como la mujer luchadora que fue, como una verdadera pionera del marxismo feminista.

 

Frases para un feliz Día Internacional de la Mujer Trabajadora 2019Fuente: jacobinlat.com


Chile: mujeres, trabajo y organización.

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Categorías: Luchas sociales - Chile, Mov. de trabajadores y sindicalismo

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Lecturas para el
- DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA-



En el día de la mujer las mujeres organizadas se manifiestan contra su falta de derechos. Pero algunos dicen ¿por qué está separación de las luchas de las mujeres? ¿Por qué hay un día de la Mujer, panfletos especiales para trabajadoras, conferencias y mítines? ¿No es, en fin, una concesión a las feministas y sufraguistas burguesas? Sólo aquellos que no comprendan la diferencia radical entre el movimiento de mujeres socialistas y las sufraguistas burguesas pueden pensar de esa manera.

¿Cuál es el objetivo de las feministas burguesas? Conseguir las mismas ventajas, el mismo poder, los mismos derechos en la sociedad capitalista que poseen ahora sus maridos, padres y hermanos. ¿Cuál es el objetivo de las obreras socialistas? Abolir todo tipo de privilegios que deriven del nacimiento o de la riqueza. A la mujer obrera le es indiferente si su patrón es hombre o mujer.

Aleksandra Kollontai, El día de la mujer, 1913



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